El diezmo y las bendiciones que el Señor nos permite disfrutar

Nosotros somos una pareja joven, llevamos seis años casados y tenemos un fuerte testimonio sobre el diezmo. Desde que éramos novios, mi esposo me ha demostrado su obediencia con respecto a la ley del diezmo. Al principio, yo no percibía la bendición de esta ley, pero el tiempo y la constancia me la demostraron.

Cuando tenemos trabajo constante es fácil pagar el diezmo, recordamos que el 10 % le pertenece a Dios, de esta manera, evitamos robar a Dios (véase Malaquías 3:8).

Sin embargo, cuando hay situaciones donde los trabajos solo duran de uno a dos meses, es difícil no dudar o evitar pensar si el monto que uno va juntando alcanzará para los estudios, la comida y la movilidad. A pesar de ello, siempre nos hemos esforzado por pagar el diezmo de manera íntegra, siempre confiando en que el Señor proveerá.

Incluso durante la pandemia, donde a veces conseguíamos algún trabajo ocasional, teníamos un sobre pegado a la pared con la palabra DIEZMO, y allí separábamos el monto para cuando se dé la oportunidad de volver a la capilla para poder pagar lo que nos correspondía. No obstante, luego pudimos ponernos al día al pagarlo a través de la aplicación. Hoy en día, seguimos aportando lo que nos corresponde, aunque sean dos soles o cinco soles, igual nos sentimos orgullosos. Demostramos así lo agradecidos que estamos con el Señor de habernos preservado hasta la fecha, siempre con un plato de comida en la mesa, con la opción de siempre mejorar la salud, de hacer posgrados, de tener una casita a medio construir, de darle una vida decente a nuestras mascotitas, de apoyar a nuestros padres cuando lo necesitan, de apoyar a familias jóvenes que quieren salir adelante y de haber encontrado un mejor trabajo con el cual podemos dar prioridad a la familia y podemos servir en llamamientos.

El Señor desea que seamos felices y hay muchas maneras de demostrarle nuestro agradecimiento y nuestro amor. Una de ellas es mediante el diezmo, el cual ayuda a la obra misional, permite que haya templos para hacer convenios sagrados y otros recursos que brinda la Iglesia.