No entendía por qué

Hace aproximadamente trece años que vivo la ley del diezmo. Al inicio de mi conversión como miembro de la Iglesia de Jesucristo, no entendía por qué tenía que compartir mis ganancias con la Iglesia, no tenía sentido para mí.

A pesar de que pagaba con puntualidad mis diezmos, no me sentía cómoda con ello; hasta que la curiosidad de saber por qué debía hacerlo me hizo ponerme de rodillas. Nunca había sentido una tranquilidad tan inmensa, mi mente y la forma de ver lo que debía hacer dentro de la Iglesia cambiaron, llegaron más bendiciones a mi vida y a la de mis padres, el servir en una misión hizo que mi testimonio del diezmo se fortaleciera aun más, tenía frente a mí a miembros íntegros gozando de bendiciones a causa del diezmo y su fidelidad en el Evangelio. Ahora yo podía enseñar sobre el diezmo a los amigos de la Iglesia con confianza.

Hoy tengo una familia maravillosa y dos niños que son una bendición para mí. Mi esposo es hijo de Dios y paga fielmente un diezmo íntegro y gracias a eso somos bendecidos grandemente y no tengo duda de ello.