Liahona
El diezmo: Nuestra expresión de fe
Febrero de 2024


“El diezmo: Nuestra expresión de fe”, Liahona, febrero de 2024.

El diezmo: Nuestra expresión de fe

Me sentí desolado cuando no pude renovar mi recomendación para el templo, pero mi fe para comenzar a vivir de nuevo la ley del diezmo me trajo grandes bendiciones y paz.

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Familia reunida para jugar a los bolos

La familia Datiles disfruta de una actividad de bolos. Cuando los niños eran pequeños, al hermano Datiles le resultaba difícil pagar el diezmo debido a que su negocio no prosperaba. Él y su esposa se fijaron la meta de pagar un diezmo íntegro.

Fotografía por cortesía del autor

Hace años, cuando mis hijos eran pequeños, fui a ver a mi líder del sacerdocio para renovar mi recomendación para el templo. Sin embargo, cuando me preguntó si yo pagaba un diezmo íntegro, tuve que decirle que no. Quería hacerlo, pero me costaba pagar el diezmo debido a una decisión equivocada que había tomado en un negocio que fracasó.

Después de escuchar en cuanto a mis dificultades y de preguntar acerca de mis necesidades económicas, me recordó de manera amable y compasiva la importancia de poner mi fe en el Señor y de pagar un diezmo íntegro. Luego, repasamos juntos lo que se encuentra en Malaquías 3:10: “Probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.

Me dijo: “Entiendo que es doloroso que no se renueve su recomendación para el templo en este momento, pero el gozo que sentirá y las bendiciones que recibirá serán mucho mayores después de haber pagado el diezmo de forma honorable. Podemos volver a reunirnos a fin de renovar la recomendación para el templo en tres o seis meses”.

Después de esa entrevista, mi esposa y yo hablamos y oramos al respecto. Estábamos seguros de que nuestro Padre Celestial sabía lo mucho que deseábamos volver al templo para participar en ordenanzas sagradas. Ir al templo es muy importante para nosotros. En la Casa del Señor, no solo podemos brindar ayuda a nuestros seres queridos fallecidos, sino que también experimentamos una gran dicha, paz y calma. Todas estas son bendiciones invaluables que podemos recibir al hacer y guardar los convenios del templo y al efectuar ordenanzas sagradas en ese lugar. Decidimos que el diezmo tiene menos que ver con el dinero y más con poner nuestra fe en el Padre Celestial y en Jesucristo, y nos fijamos la meta de pagar un diezmo íntegro y de regresar al templo.

Con esas metas en mente, sentimos la impresión de vender el auto. Era nuestro único medio para transportar cómodamente a nuestra familia, pero teníamos fe en que el Señor nos bendeciría si hacíamos ese sacrificio. Sabíamos que nos costaría desplazarnos en transporte público con tres niñas pequeñas mientras mi esposa cuidaba nuestras bolsas, pero sabíamos que era lo correcto para alcanzar nuestras metas. Comenzamos a pagar un diezmo íntegro.

Después de tres meses, me volví a reunir con mi líder del sacerdocio para tener una entrevista de seguimiento. Me preguntó acerca de mi testimonio del diezmo y pude decirle que pagaba un diezmo íntegro.

Finalmente, mi esposa y yo renovamos nuestras recomendaciones para el templo y regresamos al templo de inmediato. Habíamos logrado nuestra meta de regresar al templo para hacer convenios y recibir las ordenanzas a favor de nuestros antepasados. Las ventanas de los cielos comenzaron a abrirse. Las bendiciones comenzaron a derramarse. Mis sentimientos de felicidad y paz interior no tenían descripción.

Seguíamos viajando en transporte público y, a veces, no nos bajábamos en nuestro destino porque nos quedábamos dormidos, pero el gozo de pagar un diezmo íntegro y las bendiciones de la adoración en el templo son mayores que cualquier dificultad física.

Las bendiciones continuaron. Después de seis meses, me ascendieron en el trabajo, con lo que no solo recibí un salario más alto, sino que también cumplí los requisitos para recibir prestaciones por el uso de un automóvil. Después de seis meses, el Señor nos dio un nuevo automóvil, nuestra familia volvió a tener un vehículo, ahora más cómodo que el que vendimos.

El Señor cumplió Sus promesas conmigo y yo también cumplo con las promesas que le hice al guardar Sus mandamientos.

El autor vive en Manila, Filipinas.