2022
Aprendimos a servirnos mutuamente
Septiembre de 2022


Voces de los miembros

Aprendimos a servirnos mutuamente

“Gracias a Dios por todo el que socorre, por aquel que se preocupa realmente, por el que a abrazar al débil corre y por este en oración interviene…” (Thomas L. Kay, poesía “Saints”)

A principios de 2008, llegó una ancianita de 89 años al barrio Miralvalle, donde en ese momento yo servía como presidenta de la Sociedad de Socorro, así que comencé a visitarla en su casa. Una noche soñé con ella, la vi sentada en el patio de su casa muy triste porque no tenía nada de comer.

Al día siguiente me fui a trabajar con esa preocupación, no podía apartarla de mi mente. Al regresar de mi trabajo, pasé al mercado a comprar plátanos, queso y otros alimentos. Abordé el bus y fui a verla. Cuando llegué a su casa, la encontré exactamente cómo la había soñado. Al verme me recibió muy contenta, nos abrazamos y le di todas las compras que había hecho. Al darse cuenta de que era comida comenzó a llorar, nos abrazamos y lloramos juntas.

Al domingo siguiente, una de mis consejeras pasó por ella para ir a la capilla, ya que se le hacía difícil ir sola. Lo lindo de todo es que también otras hermanas se ofrecieron pasar por ella los domingos. De esa manera todas nos ministramos y aprendimos a servirnos mutuamente. La hermana falleció tres años después; justo seis meses antes había entrado al templo a tomar sus investiduras.

El Señor nos da mandamientos y nosotros debemos cumplirlos, la ministración es uno de ellos. A medida que lo hacemos, nuestro amor por los demás crece y nuestra capacidad de servir también.