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CAPITULO 21: ‘¡AY DE VOSOTROS…HIPOCRITAS!’


21

“¡AY DE VOSOTROS…HIPOCRITAS!”

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Map Chp. 21

El Mar Grande

Galilea

Mar de Galilea

Samaria

Jerusalén

Judea

LA SEMANA DEL SACRIFICIO EXPIATORIO

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

TERCER DIA

Parábola de los dos hijos

Parábola del padre de familia

21:28–32

21:33–46

12:1–12

20:9–18

Parábola de la fiesta de bodas

Una pregunta acerca del tributo a César

El matrimonio después de la resurrección

El gran mandamiento

22:1–14

22:15–22

22:23–33

22:34–40

12:13–17

12:18–27

12:28–34

20:19–26

20:27–40

“¿De quién es hijo (el Cristo)?”

Son condenados los escribas y fariseos

Jesucristo llora por Jerusalén

22:41–46

23:1–36

23:37–39

12:35–37

12:38–40

20:41–44

20:45–47

La ofrenda de la viuda

Cristo declara el propósito de su misión

12:41–44

21:1–4

12:37–50

COMENTARIO INTERPRETATIVO

(21-1) Mateo 21:28-32. ¡Cuál es el mensaje de la Parábola de los dos hijos?

“Con sus primeras palabras, ‘pero ¿qué os parece?’ Jesús los convocó a que escucharan atentamente. La frase indicaba que en breve seguiría una pregunta, y así fue. ¿Cuál de los dos hijos era el obediente? No había sino una respuesta lógica, y tuvieron que darla a pesar de su renuencia. La aplicación de la parábola vino con rapidez convincente. La figura representativa de aquellos principales sacerdotes, escribas, fariseos y ancianos del pueblo, era el segundo hijo, el cual, cuando se le dijo que trabajara en la viña, contestó con tan buena voluntad; pero no fue, aunque las vides se habían extendido como plantas silvestres, porque no había quién las podara, y el fruto de baja calidad que llegaran a producir tendría que caer y pudrirse en el suelo. Los publicanos y pecadores, sobre quienes caía el desprecio de estos jerarcas, y con los cuales se profanaban con tan sólo tocarlos, eran semejantes al primer hijo que, con su áspero pero franco desaire había desobedecido la orden de su padre; pero después, arrepentido, se puso a trabajar, penitentemente esperando poder restituir en alguna forma el tiempo perdido y el espíritu rebelde que había manifestado” (Talmage, Jesús el Cristo, págs. 560-61).

(21-2) Mateo 21:33-41. ¡En qué forma se juzgaron los líderes judíos a sí mismos cuando respondieron a la pregunta del Señor?

“Una vez más los judíos se vieron obligados a responder a la importante pregunta comprendida en la parábola, y de nuevo, pronunciaron su propio juicio en su contestación. La viña, hablando en términos generales, era la familia humana, y más particularmente Israel, el pueblo del convenio; el terreno era bueno y capaz de producir en rica abundancia; las vides eran las más selectas y se habían plantado con cuidado; toda la viña se hallaba ampliamente protegida por un vallado, e idealmente provista de un lagar y una torre. Los labradores no podían ser otros sino los sacerdotes y maestros de Israel, incluso los oficiales eclesiásticos que en esa ocasión se hallaban presentes en su categoría oficial. El Señor de la viña había enviado profetas autorizados entre el pueblo para que hablaran en su nombre; y los impíos arrendatarios los habían rechazado, maltratado, y en muchos casos, cruelmente asesinado. En las versiones más detalladas de la parábola leemos que cuando el primer siervo llegó, los despiadados labradores ‘le golpearon, y le enviaron con la manos vacías’; al siguiente, ‘le hirieron en la cabeza, y también le enviaron afrentado’; mataron a otro siervo y a todos los que llegaron después maltrataron cruelmente, asesinando a algunos. Aquellos malvados habían utilizado la viña de su Señor para su propio beneficio y no habían entregado la parte de producto que pertenecía al dueño legal. Cuando el Señor envió a otros mensajeros, ‘más que los primeros’, o en otras palabras, mayores que los anteriores—el ejemplo más reciente siendo Juan el Bautista— los labradores los rechazaron con una determinación impía más rencorosa aún. Por último el Hijo fue en persona; temían su autoridad de heredero legal, y con maldad casi increíble resolvieron matarlo a fin de perpetuar su ilícita posesión de la viña y de allí en adelante considerarla suya.

“Jesús relató su historia sin interrupción, relacionando el sanguinario pasado con el todavía más trágico y espantoso futuro, cuya consumación llegaría en solo tres días. Tranquilamente relató, mediante una figura profética como si ya se hubiera cumplido, la forma en que aquellos hombres impíos echaron al Hijo amado fuera de la viña y lo mataron. No pudiendo evadir la inquisidora pregunta de lo que el Señor de la viña natural y justificadamente haría con los labradores malvados, los magistrados judíos dieron la única respuesta lógica: que ciertamente destruiría a aquellos infames pecadores y arrendaría su viña a quienes fuesen más honrados y dignos” (Talmage, Jesús el Cristo, págs. 562-63).

(21-3) Mateo 21:42-46. ¿Cuál es el gran mensaje que Cristo enseña en la parábola de la piedra desechada?

Lean en Efesios 2:20 y Hechos 4:10-12.

(21-4) Mateo 22:2-11. ¿Cuál es la interpretación de la parábola de la boda del hijo del rey?

“En esta Parábola de la boda del Hijo del Rey, a veces llamada la Parábola de la Fiesta de la Boda Real, Jesús, pone de manifiesto las siguientes verdades: (1) Su propia calidad divina de Hijo; (2) la inminente destrucción de Jerusalén; (3) el rechazo del resto de los judíos de la raza del convenio; (4) el llamado del evangelio dirigido a los gentiles; y (5) que aquellos que respondan al llamado del evangelio no serán dignos de la salvación a menos que se vistan de justicia. Compárese con Lucas 14:16-24.

“Dios mismo es el rey de la parábola; Jesucristo, su hijo y heredero, es el hijo del rey; y los primeros invitados a ‘la boda del Cordero’ (D. y C. 58:11) son las huestes elegidas de Israel a quienes el evangelio había sido ofrecido en épocas anteriores. ‘El resto’ que rechazó la invitación con violencia y asesinato, eran los descendientes judíos de Israel; y fue su ciudad, Jerusalén, la que fue violentamente destruida” (McConkie, DNTC, 1:597).

“No se disputará que este hijo era el Mesías, porque era el reino de los cielos lo que se estaba representando en la parábola; ni se podrá negar que los santos o aquellos que son fieles al Señor son los que serán considerados dignos de heredar un lugar en la cena, pues según las palabras de Juan en su Apocalipsis, dice que la voz que él oyó en los cielos era semejante a la voz de gran estruendo, y decía: ‘Aleluya: porque reina el Señor nuestro Dios Todopoderoso. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado. Y le fue dado que se vista de lino fino, limpio y brillante: porque el lino fino son las justificaciones de los santos’ (Apoc. 19:6-8)” (Smith, Enseñanzas, pág. 69; Itálicas agregadas).

(21-5) Mateo 22:15. ¿Qué esfuerzos se hicieron para tentar a Jesucristo a cometer un acto o decir algo contrario a la ley judía y romana?

“Con actividad infatigable las autoridades judías continuaron su afanoso intento de tentar o provocar a Jesús para que hiciera o dijera alguna cosa que pudiera servirles de pretexto para acusarlo de cualquer delito, bien bajo su propia ley o la romana. Los fariseos consultaron entre sí ‘cómo soprenderle en alguna palabra’, y entonces, dejando de lado sus prejuicios partidarios, se confabularon para tal fin como los herodianos, constituyentes de un bando político cuya característica principal tendía a conservar en poder a la familia de los Herodes, cuya política por fuerza implicaba el apoyo del poder romano, del cual dependía la autoridad delegada de aquéllos. Ya en una ocasión anterior se había entablado esta incongrua asociación con objeto de incitar a Jesús a cometer algún descomedimiento en Galilea, y el Señor había incluido en uno a ambos partidos cuando amonestó a los discípulos que se cuidaran ‘de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes’. De manera que el último día de las instrucciones públicas de nuestro Señor, los fariseos y los herodianos combinaron sus fuerzas para combatirlo; aquéllos vigilando para ver si cometía la más leve infracción de la ley mosaica, éstos al acecho para valerse del menor pretexto y acusarlo de deslealtad a las potestades seculares. Concibieron su complot en la traición y lo llevaron a efecto como incorporación viviente de una mentira” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 573).

(21-6) Mateo 22:18. ¿Qué son los hipócritas?

“A la luz del Nuevo Testamento, lograréis muy poco conocimiento en cuanto a la clase de vida que los romanos llevaban en Palestina, la clase de vida que Cristo condenó, y sin embargo como he dicho, me ha parecido que el pecado que el Salvador condenó tanto como cualquier otro fue el pecado de la hipocresía: la doble vida, la vida que dejamos que nuestros amigos y a veces nuestras esposas crean que llevamos, y la vida que realmente vivimos” (J. Reuben Clark, Hijo Church News 2 de feb. de 1963, pág. 16).

“El vocablo hipócrita es la traducción del vocablo griego que significa actor. Un hipócrita es un actor, uno que simula. Representa papeles que no reflejan su verdadero sentir y su verdadero pensamiento. No presenta su verdadera personalidad a los demás. Hay simulación, subterfugio, exhibición, ocultamiento y engaño en su conducta. En la altmósfera irreal del teatro podemos ver que los actores pretenden ser otra persona. En la vida diaria, sin embargo, esperamos que la gente sea ella misma, que actúe sin simulación, sincera y honestamente” (Lowell L. Bennion, “Jesus the Christ”, Instructor, abril de 1964, pág. 165).

(21-7) Mateo 22:17-21. ¿En qué forma evitó Jesucristo el dilema que implicaba el incidente de la moneda del tributo?

“Sus adversarios intentaron hacer que Cristo fuese ‘cornada’ en cualquier ‘asta’ que El escogiese del dilema. Lo interesante es que no evadió la pregunta, sino que la respondió clara y positivamente, sin verse sorprendido en punto alguno. Dijo: ‘¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario’ (Mateo 22:18-19). El denario sin duda era una moneda romana que tenía la imagen de Tiberio o posiblemente de Augusto. El quería mostrarles la imagen del César y la inscripción que mostraba su nombre y títulos. Había una máxima común que establecía que aquel que hacía que su imagen y títulos fuesen estampados en la moneda, era el dueño de la misma y reconocido como el soberano. ‘Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron: de César…’ (Mateo 22:20-21). Habían reconocido que la moneda pertenecía al Emperador romano, y siendo la moneda corriente para el pago del impuesto, mostraba que el país estaba bajo el mandato de Roma. ‘…Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios’ (Mat. 22:21). En otras palabras: ‘No seáis injustos; dad a César aquello que le pertenece; y al mismo tiempo no seáis impíos: dad a Dios lo que a Dios corresponde’.

“La sabiduría de su respuesta define las limitaciones de los soberanos y define la jurisdicción de los dos imperios, el del cielo y el de la tierra. La imagen de los monarcas estampados sobre las monedas denota que las cosas temporales pertenecen al soberano temporal. La imagen de Dios estampada en el corazón y alma del hombre, denota que todas sus pertenencias y poderes pertenecen a Dios y deben ser empleados en su servicio…

“En la época actual, época de inquietud, se podría preguntar con toda propiedad qué es lo que le debemos a César. ¿Al país en el cual vivimos? Le debemos lealtad, respeto, y honor. Las leyes establecidas para fomentar el bienestar y detener el mal, deben ser obedecidas estrictamente. Debemos pagar tributo para sostener al gobierno en el esfuerzo necesario y al costo incurrido para la protección de la vida, de la libertad, de la propiedad y del fomento del bienestar de todas las personas” (Howard W. Hunter, CR, abril de 1968, pág. 65).

(21-8) Mateo 22:23-33. ¿Habrá casamiento en el estado resucitado?

“Sin embargo, Jesús no optó por impugnar los elementos del problema que le fue presentado; y poco importaba que el caso fuera supuesto o real, en vista de que la pregunta, ‘¿de cuál será ella mujer?’, estaba basada en un concepto completamente erróneo. ‘Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como los ángeles de Dios en el cielo’. El significado del Señor fue claro. En la resurrección no habrá duda sobre cuál de los siete hermanos tendrá a la mujer como esposa en las eternidades, pues, salvo el primero todos se habían casado con ella solamente por el período de la vida terrenal, y principalmente con el objeto de perpetuar en la carne el nombre y la familia del hermano que había muerto primero. S. Lucas expresa parte de las palabras del Señor en esta forma: ‘Mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección’. En la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento; porque todo asunto o problema referente al estado casado debe resolverse antes de esa época bajo la autoridad del santo sacerdocio, en el cual está comprendido el poder para sellar en matrimonio por esta vida así como la eternidad” (Talmage, Jesús el Cristo, págs. 577-78).

(21-9) Mateo 23:5. “Ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos”

“Filacterias y bordes.—Debido a una interpretación tradicional de Exodo 13:9 y Deuteronomio 6:8, los hebreos adoptaron la costumbre de llevar puestos filacterias, que eran esencialmente tiras de pergamino sobre las cuales se inscribían totalmente o en parte los siguientes textos: Exodo 13:2-10, 11-17; Deuteronomio 6:4-9 y 11:13-21. Los filacterias se llevaban puestos en la cabeza y el brazo. Las tiras de pergamino para la cabeza eran cuatro, y sobre cada una se escribía uno de los textos citados arriba. Se colocaban dentro de una caja cúbica de piel que podía medir desde 13 hasta 38 milímetros de orilla a orilla. La caja estaba dividida en cuatro secciones, en cada una de las cuales se colocaba uno de los pequeños rollos de pergamino, y se mantenía sobre la frente, entre los ojos de la persona, con cintas de piel. El filacteria del brazo se componía de un solo rollo de pergamino sobre el cual estaban grabados los cuatro textos prescritos; se colocaba en una pequeña caja atada al interior del brazo izquierdo con cintas de piel, y en tal forma que quedaba cerca del corazón cuando se colocaban las manos en actitud de devoción. Los fariseos usaban el filacteria del brazo arriba del codo, mientras que sus rivales, los saduceos, lo ataban a la palma de la mano (Véase Exo. 13:9). La gente común usaba los filacterias cuando oraba, pero se dice que los fariseos los lucían todo el día. Las palabras de nuestro Señor sobre la costumbre farisaica de ensanchar sus filacterias se refirieron al tamaño de las cajas, particularmente los frontales. El tamaño de las tiras de pergamino estaba decretado por regla fija. “El Señor mandó a Israel, por conducto de Moisés (Núm. 15:38), que el pueblo atara a los bordes de sus vestidos una franja con un cordón de azul. Manifestando ostentosamente una piedad fingida, los escribas y fariseos se deleitaban en usar grandes flecos para llamar la atención de la gente. Era otra manifestación de su mojigatería hipócrita” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 594).

(21-10) Mateo 23:7. ¿Deben los hombres usar títulos tales como Rabí?

“Los títulos de respeto como hermano, élder, obispo, o rabí, son apropiados y adecuados cuando son usados discretamente y con respeto hacia el oficio o estado en cuestión. Lo que Jesucristo condena aquí no es el uso de tales títulos, sino la vanagloria y la presuntuosa autoadulación que eran manifiestas en su uso excesivo y general. Ciertamente parece…que aquellos líderes religiosos estaban tan sumergidos en su propio engreimiento que se creían a la misma altura que Dios en cuanto a importancia. ‘Los rabinos realmente se colocaban a la altura de Dios, en igualdad con El. Sus tradiciones eran de más fuerza que la ley y eran consideradas como si en un sentido tuvieran vigencia sobre Dios’ (Dummelow, pág. 700)” (McConkie, DNTC, 1:617).

(21-11) Mateo 23:37-39. ¿Por qué Jesucristo se entristeció por Jerusalén?

“Jerusalén —¡la ciudad santa!”

“Jerusalén —la ciudad de depravación ‘¡que en sentido espiritual se llama Sodoma!’ (Apoc. 11:8).

“Jerusalén —condenada espiritualmente y pronta a ser desolada temporalmente. Véase Lucas 19:41-44.

“Jesuralén —la ciudad en la que el Hijo de Dios fue crucificado, crucificado por ‘la parte más perversa del mundo’, pues ‘no hay otra nación sobre la tierra que crucificaría a su Dios’ (2 Nefi 10:3).

“Jerusalén —futura capital del mundo y centro desde el cual ‘la palabra del Señor’ saldrá para todas las naciones. (Isaías 2:3.)

“Ciertamente la historia de Jerusalén es como la de ninguna otra ciudad; y ciertamente Cristo tuvo razón en llorar por causa de la rebelión de los hijos de aquella ciudad” (McConkie, DNTC, 1:626).

(21-12) Marcos 12:41-44. ¿Cuál fue el significado de la ofrenda de la viuda?

“En las cuentas que llevan los ángeles, calculadas de acuerdo con la aritmética celestial, lo que ellos asientan en sus libros queda determinado por su calidad más bien que cantidad, y se fija el valor de la ofrenda de acuerdo con la capacidad y la intención. Los ricos daban mucho, y sin embargo retenían más; la ofrenda de la viuda era todo lo que poseía. La pequeñez de su don no fue lo que lo hizo tan especialmente aceptable, sino el espíritu de sacrificio e intención devota con el que lo entregó. En los libros de contabilidad celestial el donativo de esa viuda quedó asentado como una ofrenda magnánima que sobrepujó en valor las dádivas de los reyes. “Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será aceptada según lo que uno tiene, no según lo que no tiene” (Talmage, Jesús el Cristo, pág. 591).

PUNTOS A CONSIDERAR

El SALVADOR DENUNCIO LA HIPOCRESIA COMO UNO DE LOS PEORES PECADOS

(21-13) La hipocresía es una de las peores formas de deshonestidad

“Así como Dios condena la inmoralidad, también denuncia la hipocresía, la cual es una de las peores formas de deshonestidad. Cuando describe el infierno del mundo que vendrá, aclara que las personas deshonesta irán allí. Así como nada impuro puede entrar en la presencia del Señor, de la misma forma ningún mentiroso ni engañador o hipócrita puede morar en su reino.

“La deshonestidad está directamente relacionada con el egoísmo, el cual es su origen y fuente. El egoísmo se encuentra en la raíz de casi todos los desórdenes que nos afligen y la inhumanidad del hombre para con el hombre sigue haciendo que miles se lamenten” (Mark E. Petersen, CR, octubre de 1971, págs. 63-64).

(21-14) La hipocresía, como el cáncer, puede extenderse hasta llegar a vencernos

“Conozco a un hombre joven que está arruinando su propio éxito así como la vida de otros, por causa de que exagera desmedidamente sus propias virtudes e importancia. Tolera un grave egoísmo y continuamente da cabida a sus propios pecados y debilidades. Se acredita habilidades imaginarias que están basadas en presunciones falsas.

“Siempre culpa a los demás de las cosas que salen mal. y para que algo le parezca bien, esto tiene que ser para su propia conveniencia. Pero sus problemas de falso testimonio para consigo mismo están escapándose de todo control rápidamente. La razón adquiere cada día un grado más de dificultad para él pues rápidamente está perdiendo el poder de estar consciente de sus debilidades y no engañarse a sí mismo” (Sterling W. Sill, Church News, 8 de enero de 1966, pág. 9).

LA HIPOCRESIA REPRESENTA EN NUESTRO TIEMPO UN DESAFIO SEMEJANTE AL QUE REPRESENTO EN LA EPOCA DE JESUS

De acuerdo al diccionario el vocablo ay representa una condición de sufrimiento, de aflicción, dolor, calamidad o pesar. Ocho veces, según nos cuenta Mateo en el capítulo 23, el Señor pronuncia esos ayes, esa maldición, sobre los hipócritas escribas y fariseos.

¿Podría el Señor pronunciar este mismo “ay” sobre la gente hoy en día? ¿Qué hacían los escribas y fariseos, que hizo que el Señor pronunciara esos ayes? ¿Sabían que los fariseos pagaban un diezmo completo; que daban limosna a los pobres? ¿Que asistían asiduamente a los servicios de adoración en la sinagoga y eran muy fieles en ir al templo? ¿Qué fue entonces, lo que los convertía en hipócritas? No eran sus buenas obras, porque todas ellas podían ser alabadas. Sin embargo, eran hipócritas. ¿Por qué? ¿Sería porque ellos buscaban su propia gloria? Pagaban diezmos y oraban para lograr prosélitos. En esta forma realmente estaban apartando de Dios a la gente, pues su corazón e intenciones estaban en error.

El Señor ha dicho de esta clase de gente: “…este pueblo se acerca a mí con su boca…pero su corazón está lejos de mí” (Isaías 29:13).

Por lo tanto, un hipócrita es, entre otras cosas, una clase de persona que pretende ser un buen miembro de la Iglesia pero que, en realidad, no tiene el deseo de acercarse a Cristo ni hacer su voluntad por amor a El.

Ahora consideren durante un momento sus propios deseos personales. ¿Pagan un diezmo justo? ¿Dan las ofrendas de ayuno para los pobres? ¿Asisten a las reuniones de la Iglesia? Si han respondido afirmativamente a estas preguntas, se les debe felicitar. ¿Pero cuál es el propósito de hacer estas cosas? ¿Es por gloria personal o presión social, o el motivo de ustedes es acercarse a Jesucristo? ¿Qué sucede a la hipocresía cuando uno pone a Cristo como centro de todo lo que hace?

LA HIPOCRESIA PUEDE SER VENCIDA MEDIANTE ACTOS DE SERVICIO HECHOS CALLADAMENTE Y EN PRIVADO

¿Se dan cuenta de que una de las causas principales de la hipocresía es el deseo de ser visto por los hombres, de recibir alabanzas, aprobación o recompensa? ¿Qué podría ayudarnos a evitar esta clase de deseo? Lean en 3 Nefi 13:1-4. Jesucristo enseñó que debemos efectuar actos de servicio, pero en secreto. ¿Qué les parece que significa esto? ¿Quiso El decir que tenemos que hacer algo sin pensar en un beneficio personal o recompensa? ¿Cuál debe ser nuestro principal motivo? Ahora lean el comentario siguiente hecho por el presidente Spencer W. Kimball:

“Es por medio del servicio que aprendemos a servir. Cuando nos encontramos involucrados en el servicio al prójimo, no sólo le asistimos con nuestros hechos, sino que también ponemos nuestros propios problemas en el marco de una nueva perspectiva. Cuanto más nos preocupamos por los demás, tanto menos tiempo hay para preocuparnos por nosotros mismos.

“No sólo que nos ‘encontramos’ en el hecho de que reconocemos una guía en nuestra vida, sino que cuanto más sirvamos a nuestro prójimo de la manera apropiada, mayor será el provecho y resultado que logremos para nuestra alma. El servicio al prójimo le da más significado a nuestra personalidad. En realidad, nuestra importancia intrínseca aumenta cuando dedicamos nuestros esfuerzos al bien de nuestro semejantes” (Liahona, agosto de 1975, pág. 2).

Al considerar las palabras del presidente Kimball, ¿cómo pueden aplicarlas a su vida y ahora mismo? Sin considerar posibles recompensas, ¿qué actos de servicio podrían ustedes efectuar para…

…sus padres?

…su hermanos y hermanas?

…sus compañeros?

…la orientación familiar o las familias a las cuales visitan?

…la Iglesia en el pago de los diezmos y ofrendas?

A medida que aprendan a dar sin pensar en recibir alabanzas o recompensas, aprenderán también a vencer el problema que enfrentan los escribas y fariseos: la hipocresía.