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CAPITULO 29: ‘ME SEREIS TESTIGOS’


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“ME SEREIS TESTIGOS”

Imagen
Map Chp. 29

Jerusalén

Cesarea

Mar Mediterraneo

Antioquía

Los Hechos de los Apóstoles, aprox. 33-36 D.C. Escritos por Lucas a Teófilo (1-8)

Hechos

El reino será restaurado a Israel

1:1–8

Monte de los Olivos:

Cristo asciende al cielo

1:9–14

Jerusalén:

Los apóstoles eligen a un sucesor de judas

1:15–26

El Espíritu Santo y el Día de Pentecostés

2:1–21

Pedro testifica de la resurrección de Jesucristo

2:22–36

Cómo obtener salvación

2:37–40

Todas las cosas en común

2:41–47

Pedro sana al cojo de nacimiento

3:1–16

Epoca de restauración anterior a la Segunda Venida

3:17–24

Los hijos del convenio

3:25, 26

La salvación viene solamente mediante Cristo

4:1–12

Los saduceos buscan silenciar a los apóstoles

4:13–22

Los santos se glorían en el testimonio de Jesús

4:23–31

Los santos practican la orden unida

4:32–37

Destino de los engañadores

5:1–11

Los apóstoles continúan los milagros de Jesucristo

5:12–16

Los ángeles libran de la prisión a los apóstoles

5:17–26

Los apóstoles testifican de Cristo

5:27–32

La persecución no es de Dios

5:33–42

Siete son elegidos para ayudar a los apóstoles

6:1–6

Esteban se transfigura ante el Sanedrín

6:7–15

Esteban predica acerca de Israel

7:1–36

Moisés: prototipo de Cristo

7:37–40

Esteban testifica acerca de la apostasía en Israel

7:41–53

Esteban ve al Padre y al Hijo

7:54–60; 8:1

Saulo persigue a la Iglesia

8:1–4

Samaria:

Felipe obra milagros, convierte a Simón

8:5–13

Los apóstoles confieren el don del Espíritu Santo

8:14–17

Simón intenta comprar el don del Espíritu Santo

8:18–25

Hacia Gaza:

Felipe predica acerca de Cristo, bautiza al eunuco

8:26–40

COMENTARIO INTERPRETATIVO

(29-1) ¿Cuál es el tema del libro de los Hechos de los Apóstoles?

El tema principal del libro de los Hechos es el del crecimiento: el crecimiento de los hombres mediante su adherencia al evangelio de Jesucristo y el crecimiento de la Iglesia mediante la prédica de la palabra de Dios. Cuando Jesucristo le dijo a sus apóstoles poco antes de su ascensión al cielo: “me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, y en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Noten cómo se iba a expandir el círculo de influencia apostólica: primero “en Jerusalén”, luego “en toda Judea”, luego, “en Samaria” y finalmente “hasta lo último de la tierra”. La forma en la que los apóstoles y otros cumplieron esta comisión divina viene a ser uno de los mayores mensajes del libro de los Hechos.

(29-2) Fecha y lugar en que fue escrito

Aunque el lugar no puede ser determinado con certeza, la época en que fue escrito sí puede indicarse con cierta seguridad. El libro mismo da cuenta del viaje de Pablo a Roma y de su encarcelamiento allí durante dos años, probablemente cerca del 61-63 D.C. (Hechos 28:30.) Sin embargo no se hace mención escribió el tercer Evangelio, esto es, Lucas. Los difícilmente Lucas dejaría de mencionar si ya hubiera ocurrido. La fecha en que el libro fue escrito es, probablemente, dentro de ese período de dos años.

(29-3) ¿Quién escribió el libro de los Hechos de los Apóstoles?

Generalmente se acepta que el libro de los Hechos fue escrito por la misma persona que escribió el tercer Evangelio, esto es, Lucas. Los estudiosos del Evangelio de Lucas, que lo hayan examinado con cuidado, recordarán que sus cuatro primeros versículos están dirigidos a alguien descrito como “oh excelentísimo Teófilo”. No sabemos quién era Téofilo ni qué posición de excelencia u honor ocupaba. Es probable que fuera una persona de considerable rango, probablemente un griego, ya que Lucas se dirige a él en ambas obras. Iniciando el libro de Hechos, Lucas escribe: “En el primer tratado [esto es, el Evangelio según San Lucas], oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar” (Hechos 1:1). El libro de Hechos comienza donde el Evangelio de Lucas termina: con un relato de los acontecimientos que rodearon a la ascensión de Jesucristo al cielo.

Es evidente, a través de los pasajes que se ha dado en llamar “nosotros”, que el autor de Hechos era un activo participante de muchos de los acontecimientos descritos en sus páginas. Esto comienza en Hechos 6:10, probablemente siguiendo a la conversión de Lucas al evangelio mediante la prédica de Pablo, y continúa durante cierto tiempo sin interrupción, indicando la presencia activa del escritor en los acontecimientos descritos. Estas secciones llamadas “nosotros” desaparecen entonces por un tiempo, para volver a aparecer en Hechos 20:6 y en algunos capítulos posteriores.

(29-4) Significado de los Hechos de los Apóstoles

El libro de Hechos provee para nosotros nuestro principal panorama de la Iglesia de Jesucristo durante sus años de formación. Constituye un puente único entre la vida y enseñanzas de Jesucristo por un lado y los escritos y obras de los apóstoles del Salvador por el otro. De acuerdo al élder Bruce R. McConkie, Hechos está primero entre los libros bíblicos “por relatar cómo funciona la Iglesia y el reino de Dios en la tierra cuando Jesús el Rey no está residiendo personalmente en el planeta” (DNTC 2:19). El élder McConkie dice además: “Hechos nos dice cómo se multiplicaron los dones espirituales hasta el grado de que los apóstoles y congregaciones enteras de fieles gozaran de ellos. Pedro y Pablo levantan muertos; los ángeles ministran a judíos y gentiles por igual; los milagros de sanidad se multiplican; miles reciben el don de lenguas; la revelación y la profecía están por todas partes…

“En medio de este despliegue espiritual, Hechos relata los acontecimientos relativos a la organización de la iglesia, a los viajes misionales y al esparcimiento general de la verdad en un mundo pagano. Habla de persecusiones, de lapidaciones, juicios e imposiciones sobre aquellos que centran su corazón en Cristo y que se esfuerzan por vencer al mundo.

“Y las doctrinas de salvación ¡cuántas de ellas se mencionan con sencillez y perfección! La Segunda Venida, el plan de salvación, la expiación de Cristo, la restauración del evangelio en los últimos días, la revelación, profecía, dones del espíritu, milagros, sanidades, el recogimiento de Israel en los últimos días, la resurrección, la apostasía, etc” (McConkie, DNTC 2:19-20).

De esta manera estamos endeudados con Hechos debido al panorama tan claro que nos ofrece de la vida en la Iglesia primitiva. En ninguna otra parte obtenemos una descripción mejor de los viajes de Pablo en bien del reino de Cristo. Además, las epístolas escritas por Pablo y otros adquieren mayor significado solamente cuando se examinan contra el telón de la narración provista por Lucas. Vemos a la iglesia pequeña y a sus directores esforzándose con los problemas enfrentados cuando la nueva revelación cristiana es dirigida contra las tradiciones honradas a través del tiempo entre los judíos. ¿Los gentiles que entran en la Iglesia están sujetos por las restricciones mosaicas? ¿Siguen sujetos a la ley de Moisés los judíos que se vuelven cristianos? ¿Cuál es el estado de la ley de Moisés ahora que Cristo ha expiado los pecados de los hombres? Estos y otros problemas son tratados y resueltos mediante revelación divina.

El libro de Hechos viene a nosotros en dos divisiones principales: en la primera parte (Hechos 1-12); actividades de la iglesia en el centro de Jerusalén y sus alrededores. Aquí la figura principal es Pedro, el presidente de la iglesia. En la segunda parte (Hechos 13-28), Antioquía y Siria constituyen el centro principal, desde el cual surge la actividad y la atención está puesta sobre Pablo, misionero ante los gentiles.

(29-5) Hechos 1:1. ¿Quién era Teófilo?

El nombre mismo significa “amado” o “amigo de Dios”. El Evangelio de Lucas y el libro de Hechos fueron dirigidos a este hombre (Lucas 1:3; Hechos 1:1) Siendo que en Lucas se le menciona como “excelentísimo Teófilo”, se ha supuesto que era de alto rango. El título “excelentísimo” se considera equivalente a “Honorabilísimo” en inglés, por ejemplo. Todo lo que con seguridad se puede suponer es que era un gentil, posiblemente griego, y que era un oficial importante.

(29-6) Hechos 1:8. ¿Había algún esquema particular en cuanto a la forma en la que el mensaje del evangelio iba a ser difundido?

Poco antes de su ascención al cielo, Jesucristo informó a los apóstoles que ellos serían testigos de su nombre, tanto “en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Es interesante notar cómo el libro de Hechos refleja el cumplimiento de las palabras del Salvador. Los capítulos del uno al siete tratan de los acontecimientos en la ciudad de Jerusalén únicamente. A continuación de la muerte de Esteban, sin embargo, los discípulos “fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria” (Hechos 8:1). Lucas nos informa que aquellos así esparcidos “iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8:4). Posteriormente nos dice a qué distancia de Jerusalén llegó la palabra: “Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos“ (Hechos 11:19; Itálicas agregadas). Véase el mapa que se adjunta).

A estas alturas, la palabra de Dios fue llevada a Samaria por Felipe (Hechos 8:5). Los samaritanos, aunque no totalmente gentiles, eran considerados judíos a medias por los residentes de Judea. Eran un pueblo que de ser posible había que evitar. Cuando los apóstoles en Jerusalén supieron que Samaría había recibido la palabra del Señor, Pedro y Juan fueron para conferir el don del Espíritu Santo (Hechos 18:14, 15). Claramente, el mensaje del evangelio había salido de Jerusalén. Al tiempo de la conversión de Pablo, según el relato de Hechos, capítulo 9, la palabra del Señor se había extendido hasta Damasco, ciudad de Siria, a unos 215 kilómetros al noreste de Jerusalén. Entretanto, Felipe estaba predicando en las ciudades al oeste de Judea a lo largo de la costa marítima. (Véase el mapa que está al principio de este capítulo).

Vivía en Cesarea cierto hombre llamado Cornelio, centurión romano y gentil. El adoraba a Dios y pensaba mucho en los asuntos espirituales. Tuvo el privilegio de ser el primer gentil que sin haber sido prosélito del judaísmo, se unió a la iglesia de Jesucristo, (Hechos 10). A Pedro, presidente de la iglesia de Jesucristo, le fue dada la revelación de que “Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10:34, 35). El evangelio había pasado de Jerusalén a Samaria, al mundo entero, a los gentiles. Aunque el plan de Pablo era predicar primeramente en las sinagogas judías en cada pueblo al cual llegase, él volvió su atención cada vez más hacia los gentiles (Hechos 13:46; 18:6; 28:28). Está bien suponer que los otros apóstoles, aunque no tenemos el relato preciso de sus labores, también ayudaron a cumplir la predicción del Señor de que serían sus “testigos…hasta lo último de la tierra”.

(29-7) Hechos 2:1. ¿Qué fue el Día de Pentecostés?

Cincuenta días o siete semanas después de la festividad de la Pascua, los judíos fieles tenían una celebración conocida como Pentecostés. La palabra proviene del vocablo griego “pentekoste” y literalmente quiere decir “quincuagésimo” Se le conocía también como el Día de las primicias (Números 28:6) o Fiesta de la Cosecha (Exodo 23:16). Como se celebraba luego de las siete semanas posteriores a la Pascua, también se le conocía como Fiesta de las Semanas (Exodo 34:22; Deuteronomio 16:10). ¡Cuán significativo que Dios literalmente derramara su Espíritu sobre la gente en un momento en el que la gente estaba derramado su gratitud a El! Pedro lo vio como un cumplimiento parcial de la antigua profecía. (Véase Joel 2:28-32).

(29-8) Hechos 2:2-4. ¿Se ha repetido alguna vez la antigua experiencia de Pentecostés?

La gran experiencia de Pentecostés, donde se volcó el Espíritu o Espíritu Santo, tiene un paralelo en la historia. En la ocasión de los servicios dedicatorios del templo de Kirtland, el profeta José Smith oró pidiendo una unción especial del Espíritu desde lo alto. “Realícese en éstos como se verificó sobre aquellos el día de Pentecostés”, rogó en bien de los Santos. “Derrámese sobre tu pueblo el don de lenguas, sí, lenguas repartidas como de fuego, así como su interpretación. E hínchase tu casa con tu gloria, como con un viento fuerte e impetuoso” (D. y C. 109:35-37). Esta súplica fue cumplida literalmente, no una vez sino durante varios días después de los servicios dedicatorios iniciales. En una ocasión “se oyó un ruido como el sonido de un viento fuerte que soplaba, el cual llenó el templo, y toda la congregación se levantó simultáneamente, impelida por un poder invisible; muchos empezaron a hablar en lenguas y a profetizar; otros vieron visiones gloriosas; y yo vi el templo lleno de ángeles, cosa que declaré a la congregación” (James E. Talmage, La Casa del Señor, pág. 108).

(29-9) Hechos 2:29-31, 34. ¿Qué sabemos concerniente al destino espiritual de David, rey de Israel?

“El asesino, por ejemplo, uno que derrama sangre inocente, no puede recibir perdón. David solícitamente procuró el arrepentimiento de las manos de Dios con lágrimas, por el asesinato de Urías; pero no pudo lograrlo, sino por medio del infierno: le fue prometido que su alma no permanecería para siempre en el infierno.

“Aunque David fue rey, nunca tuvo el espíritu y poder de Elías el Profeta ni la plenitud del sacerdocio; y el sacerdocio que recibió, y el trono y reino de David, le serán quitados y dados a otro, cuyo nombre será David, y que ha de ser levantado de su linaje en los últimos días” (José Smith, Enseñanzas, pág. 419).

(29-10) Hechos 2:40. ¿Qué es una “perversa generación”?

Significa una generación mala, rebelde, intratable.

(29-11) Hechos 3:19. ¿Qué significa “tiempos de refrigerio”?

“Si queremos comprender la visión de la profecía de Pedro, debemos saber detallada y específicamente qué se quiere decir con ‘#tiempos de refrigerio‘. En otra parte Jesucristo habla de la ‘regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria’ (Mateo 19:28). Es el día ‘cuando la tierra será transfigurada según el modelo que les fue mostrado a mis apóstoles sobre el monte…’ dice el Señor (D. y C. (63:21). Es el día cuando ‘la tierra será renovada y recibirá su gloria paradisíaca” (Décimo Artículo de Fe). Es el día de la ‘nueva tierra’ que vio Isaías (lsaías 65:17), la tierra que prevalecerá cuando cese la maldad, cuando sea inaugurada la era milenaria…Es el día cuando los hombres ‘volverán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en hoces’ (Isaías 2:4), un día de paz y justicia universales, un milenio cuando Cristo reinará personalmente sobre la tierra” (Bruce R. McConkie en CR, octubre de 1967, pág. 43).

(29-12) Hechos 3:21. ¿Qué significa “tiempos de la restauración”?

“Estas palabras significan ‘#época de restauración‘, una época en la cual Dios ha prometido restituir todas las cosas que habló por boca de todos sus santos profetas desde que comenzó el mundo.

“De este modo, Cristo vino una vez y ministró entre los hombres, coronando su ministerio con su sacrificio expiatorio y su ascensión al Padre. El vendrá de nuevo, una segunda vez, en un día de refrigerio y de renovación, para reinar personalmente sobre la tierra. Pero no puede venir esta segunda vez sino hasta una época en la historia de la tierra que tenga el nombre de ‘#los tiempos de la restitución‘ o en otras palabras, no puede venir sino hasta la época o período de restauración y en esa época o período, todas las cosas esenciales que Dios ha dado en cualquier época de la tierra para la salvación, mejoramiento, bendición y edificación de sus hijos, serán restauradas nuevamente” (Bruce R. McConkie, en CR, octubre de 1967, pág. 43).

(29-13) Hechos 4:6. ¿Quiénes eran Anás, Caifás, Juan y Alejandro?

Anás era un sumo sacerdote judío en los días de Jesucristo. Era hijo de Set y fue llamado al oficio sacerdotal a los treinta y siete años de edad, y estaba en ese oficio cuando Juan el Bautista comenzó a llamar al arrepentimiento (Lucas 3:2). Era el suegro de Caifás, sumo sacerdote en la época de la crucifixión de Cristo y de las dificultades de Pedro y Juan con el Sanedrín (Juan 18:18, 24; Hechos 4:6). Era un hombre de gran influencia entre los judíos y cinco de sus hijos sirvieron como sacerdotes.

El nombre completo de Caifás era José Caifás. Fue sumo sacerdote de los judíos durante el mandato del emperador Tiberio (Mateo 26:3,57; Juan 11:49; 18:13, 14, 24, 28; Hechos 4:6). Ante él compareció Jesucristo y los apóstoles Pedro y Juan. Era el yerno de Anás, sumo sacerdote que lo precedió, y sirvió durante dieciocho años en este importante oficio.

Nada más se sabe de Juan y Alejandro aparte de esta referencia.

(29-14) Hechos 5:1-11. ¿Qué lección se puede aprender de la muerte de Ananías y Safira?

“En efecto, la lección que se aprende de Ananías es que los mentirosos impenitentes serán condenados. ¿Qué podemos decir, entonces, del que paga diezmos a medias y que le dice al obispo que la suma dada a la Iglesia es un diezmo completo? ¿O de la pareja inmoral que, conspirando, afirma ser pura a fin de obtener una recomendación para el templo? ¿O de los miembros de la Iglesia que niegan pecados de cualquier clase y que serían suficientes para impedir que reciban las bendiciones del templo, ordenaciones en el sacerdocio o puestos de dirección?” (McConkie, DNTC 2:58-59).

(29-15) Hechos 5:34-40. ¿Quién era Gamaliel?

Nieto del famoso rabino Hillel y famoso por derecho propio, Gamaliel era miembro del Sanedrín y un distinguido erudito de la ley judía durante la época en la que la Iglesia primitiva comenzaba a crecer. Pablo dice que él fue “instruido a los pies de Gamaliel” (Hechos 22:3), expresión que significa que fue enseñado por el famoso maestro de la ley. Gamaliel tenía la reputación de ser tolerante y de buen corazón, recalcando las consideraciones humanistas de la ley, aminorando las demandas de la observancia del día de reposo para que no fueran tan rigurosas y fomentando el trato más humano hacia la mujer en las leyes de divorcio. El consejo que él da a los sacerdotes en relación a los apóstoles y a la iglesia en su origen (Hechos 5:34-40) respalda esta reputación de tolerancia y sabiduría. Es probable que su sabio consejo haya salvado la vida de los apóstoles, aunque el concilio los hizo azotar antes de dejarlos partir. (Hechos 5:40.)

(29-16) Hechos 5:36. ¿Quiénes eran leudas y Judas de Galilea?

Gamaliel intentó persuadir a los líderes judíos de su deseo de perseguir y matar a Pedro y a los apóstoles. En un discurso dado ante el Sanedrín se refirió a un hombre llamado leudas, quien había logrado tener cuatrocientos discípulos, solamente para fracasar en su intento de obtener más adherentes. De hecho, Teudas fue asesinado y sus discípulos fueron esparcidos. En efecto, la presentación de Gamaliel fue así: “Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra Dios” (Hechos 5:38-39).

Al dar razón de por qué el Sanedrín debía dejar ir a los apóstoles, Gamaliel citó el caso de Judas de Galilea como ejemplo de la forma en que un movimiento llegaría a la nada si el Señor no está con él. Aunque el consejo de Gamaliel fue aceptado por el concilio, su evaluación de Judas y sus discípulos demostró ser muy inadecuada. Cerca del año 6 ó 7 D.C., Quirino, gobernador de Siria, levantó un censo en Palestina. Judas, un galileo fanáticamente leal, dijo que los judíos debían ser libres de cualquier dominación extranjera y por lo tanto se opuso al censo. Reunió a un grupo de sus discípulos y resistieron la orden con abierta violencia. En su mayoría fueron capturados, torturados y muertos, incluyendo a Judas, de manera que en ese sentido, al menos, Gamaliel tuvo razón. Pero de aquella insurrección nació el movimiento conocido como los Zelotes, el cual, en el año 66 D.C., encabezó otra revolución contra Roma. Fue esta revolución inspirada por los zelotes la que llevó a la destrucción del templo y al esparcimiento de los judíos de Palestina en el año 70-72 D.C.

(29-17) Hechos 6:5; 7:59. ¿Quién era Esteban?

Siete hombres, entre los que estaba Esteban, fueron selecionados por los apóstoles para efectuar los deberes pertinentes al sistema de bienestar que tenían en uso en aquel tiempo. Esteban era especialmente valiente en su ministerio. Las Escrituras atestiguan que era un hombre “lleno de fe y poder” que “hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”. Como hablaba y actuaba con tal autoridad y fuerza, ciertos hombres de entre los judíos lo hicieron arrestar bajo cargos falsos. Testigos falsos se levantaron contra él delante del Sanedrín diciendo que Esteban había blasfemado contra el templo y contra la ley de Moisés. Durante el proceso, todos los que lo miraron “vieron su rostro como el rostro de un ángel” (Hechos 6:15); sin embargo, rehusaron prestar atención a este testimonio visible que se manifestó en la transfiguración de Esteban. Su defensa consistió en la repetición de la historia de los tratos de Dios con sus hijos. Esteban sostuvo que Israel no entendía su propia ley. Habían perseguido y dado muerte a los profetas así como persiguieron y mataron a Jesucristo. Esteban miró hacia los cielos y vio al Cristo resucitado junto a su Padre. No pudieron soportar su testimonio acusatorio. Gritando “blasfemia”, sacaron a Esteban fuera de los muros de Jerusalén y lo apedrearon. Esteban murió siendo uno de los primeros mártires de la fe.

(29-18) Hechos 7:58. ¿Quién era Saulo?

Saulo era el nombre hebreo del apóstol Pablo. Nacido de la tribu de Benjamín (Romanos 11:1; Filipenses 3:5), Pablo era un judío de la Diáspora. En el momento apropiado cambió su nombre hebreo por el correspondiente romano, Pablo, pudiendo así movilizarse más fácilmente en los círculos gentiles. (Para más detalles biográficos, véase la página).

(29-19) Hechos 7:60. “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”

“Cuando el Señor, en sus últimos momentos, se volvió al Padre y suplicó: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Lucas 23:24), se estaba refiriendo a los soldados que lo crucificaron. Estos obraban bajo el mando de una nación soberana. Fueron los judíos los culpables de la muerte del Señor. Además, ¿cómo iba El a perdonarlos, o cómo iba su Padre a perdonarlos, cuando no se habían arrepentido? Esta sangre cruel que clamó: ‘Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos’ (Mateo 27:25), no se había arrepentido. Aquellos que ‘le injuriaban’ en el Calvario (Mateo 27:39) no se habían arrepentido. los principales judíos que juzgaron a Jesús ilícitamente, que exigieron a Pilato que lo crucificara e inicitaron al populacho a los actos más viles, no se habían arrepentido. Ni tampoco lo habían hecho los soldados romanos, los cuales, aunque indudablemente obligados bajo su ley militar a crucificar a Jesús como se les mandó, no estaban compelidos a agregar los insultos y crueldades a los cuales sometieron al Salvador antes de la crucifixión.

“¿Podría el Señor perdonar a Pilato? Claro que no, sin que Pilato se arrepintiera. ¿Se arrepintió Pilato? Nada sabemos de lo que hizo después que dejan de mencionarlo las Escrituras. Tenía el deseo de favorecer al Salvador. No manifestó el valor necesario para resistir la presión del pueblo. ¿Pudo él haber salvado la vida del Señor? Tampoco lo sabemos. Dejamos a Pilato en manos del Señor, como lo hacemos con todos los demás pecadores, pero hay que recordar que ‘saber y no hacer’ es pecado” (Spencer W. Kimball, El Milagro del Perdón, pág. 165).

(29-20) Hechos 8:5 ¿Quién era Felipe?

Felipe era uno de los siete hombres elegidos para ayudar a los apóstoles a cuidar de los necesitados (Hechos 6:1-6). Predicó en Samaria, donde Simón, el mago, creyó en el mensaje del evangelio (Hechos 8:5-13). Cuando un ángel le dio la orden, Felipe fue de Jerusalén a Gaza, donde expuso las palabras de Isaías y el evangelio a un eunuco de gran importancia que recibió la palabra con alegría y fue bautizado (Hechos 8:26-39). luego predicó en diferentes lugares hasta que se estableció en Cesarea (Hechos 8:40). Pablo se quedó con Felipe en Cesarea en su tercer viaje misional (Hechos 21:8-15). Felipe tenía cuatro hijas solteras que tenían el don de profecía (Hechos 21:9).

(29-21) Hechos 8:5-8. ¿Puede un miembro del Sacerdocio Aarónico efectuar grandes obras de justicia?

“Deseo recalcaros el hecho de que no hay diferencia alguna en que un hombre sea presbítero o apóstol, si él honra su llamamiento. El presbítero tiene las llaves de la ministración de ángeles. Nunca en mi vida, como apóstol, como setenta o como élder, he tenido mayor protección del Señor que mientras tuve el oficio de presbítero. El Señor me reveló mediante visiones, por revelaciones y por el Espíritu Santo, muchas cosas que estaban en mi futuro” (Wilford Woodruff, Millennial Star, 53:629).

PUNTOS A CONSIDERAR

LA COMISION DE SER TESTIGOS DE CRISTO CONTINUA VIGENTE PARA lOS SANTOS DE lOS TIEMPOS MODERNOS

(29-22) “Id por todo el mundo”

Cuando Cristo dijo que sus testigos irían “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8), algunos supusieron que estaba hablando solamente a los santos de aquella época. Pero eso no es verdad; El estaba hablando especialmente a nosotros los miembros de la Iglesia Restaurada. El presidente Spencer W. Kimball dijo esto:

“Si no hubiese conversos la Iglesia se reduciría y desaparecería. Pero tal vez la razón más poderosa de la obra misional sea brindar al mundo la oportunidad de escuchar y aceptar el evangelio. Las Escrituras están repletas de mandatos y promesas, llamamientos y galardones concernientes a las enseñanzas del evangelio. He usado deliberadamente el término “mandato” pues parece ser una orden directa a la cual no podemos escapar, ni individual ni colectivamente. “…Me parece a mí que el Señor escogió sus palabras cuando dijo: ‘todas las naciones’, ‘toda la tierra’, ‘lo último de la tierra’, ‘toda lengua’, ‘todo pueblo’, ‘toda alma’, ‘todo el mundo’, ‘muchas tierras’.

“¡Por supuesto que sus palabras tienen significado!

“Ciertamente, sus ovejas no se limitaban a los miles que le rodeaban y con quienes estaba diariamente en contacto. Se trataba de una familia universal, un mandamiento universal” (Spencer W. Kimball, “Id por todo el mundo”, Liahona, noviembre de 1974, págs. 2-3).

(29-23) “Porque, en verdad, la voz del Señor se dirige a todo hombre”

Claramente es una tarea grandiosa la que el Señor ha dado a su iglesia. Aun considerando el hecho de que la misma no implica necesariamente que cada persona deba ser convertida sino más bien que cada alma debe tener el privilegio de escuchar el evangelio y elegir por sí misma, sigue siendo un gran des fío de inmensas dimensiones. Pero, obviamente, el presidente Kimball no está desanimado por ese desafío. Antes de leer en cuanto a la gran visión que él tiene de esta comisión divina y de cómo ella puede ser cumplida literalmente, consideremos algunas otras estadísticas que muestran que, aunque la tarea es de proporciones enormes, la Iglesia está haciendo sorprendentes avances en su cumplimiento.

Los expertos en cuanto a cifras de la población mundial calculan que en 1850 había en el mundo mil millones de personas.

En 1850 la iglesia de Jesucristo tenía 60.000 miembros.

En 1976 la población mundial había aumentado a cuatro mil millones.

En 1976 la población de la Iglesia había aumentado a casi 3 650.000 miembros.

De este modo, en los últimos 126 años la población del mundo se había cuadruplicado, pero el número de miembros había aumentado más de 56 veces. En otras palabras, el crecimiento de la iglesia era catorce veces más rápido que el de la población mundial.

O para expresarlo en otra forma, en 1850 el número de miembros de la Iglesia era solamente una seis milésima parte del uno por ciento de la población del mundo. Pero en 1976 ese porcentaje había aumentado catorce veces, siendo poco menos de la décima parte del uno por ciento.

(29-24) “Id por todo el mundo”

Cuando el presidente Kimball dio este discurso, estaba hablando a los representantes Regionales de los Doce. Pero ustedes pueden hacerse las mismas preguntas que él les hizo a ellos, pues siendo objetivos, la responsabilidad debe descansar sobre los hombres, o sea, sobre los miembros de la Iglesia.

“Me pregunto si estamos haciendo todo lo que podemos. ¿Estamos satisfechos con nuestra forma de enseñar a todo el mundo? Hemos estado realizando la obra proselitista durante 144 años, ¿estamos preparados para acelerar el paso?, ¿para ampliar nuestra perspectiva?

“Recordemos que Dios es nuestro jefe supremo. El hizo los planes y dio el mandato. Recordemos las palabras de Nefi que hemos citado miles de veces:

“’Y yo, Nefi, le respondí a mi padre: Iré y haré lo que el Señor me ha mandado, porque sé que él nunca da ningún mandamiento a los hijos de los hombres sin prepararles la vía para que puedan cumplir lo que les ha mandado’ (1 Nefi 3:7).

“Al leer esa escritura pienso en las numerosas naciones a las cuales la palabra aún no ha llegado.

“Sé que existen barreras y comprendo cuán difícil es, pues ya hemos realizado esfuerzos al respecto. Naturalmente que el Señor sabía lo que hacía cuando dio el mandato…

“Porque, de cierto, la voz del Señor se dirige a todo hombre y no hay quien escape; y no hay ojo que no verá, ni oído que no oirá, ni corazón que no será penetrado.

“’Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por las bocas de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días” (D. y C. 1:2, 4).

“Hermanos, considero que una vez que hayamos hecho todo lo que podamos, el Señor hallará el modo de abrir las puertas. Tengo fe en ello.

“Yo pregunto: ¿Hay alguna cosa difícil de hacer para el Señor?

“’¿Hay para Dios alguna cosa difícil?’ le dijo el Señor a Sara cuando ésta se rió porque se le dijo que tendría un hijo. Cuando ella escuchaba a la puerta de la tienda, sabía que Abraham y ella, de cien y noventa años, respectivamente, habían ya pasado la edad de la reproducción. No podían procrear hijos. Ella lo sabía tan bien como se sabía que no podríamos abrir las puertas de muchas naciones.

“’Y el Señor le dijo a Abraham, a causa de la risa de Sara…

“’¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo’ (Génesis 18:13-14).

“Hermanos, Sara tuvo un hijo de Abraham, el padre de las naciones.

“’Por cual también de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar’ (Hebreos 11:12).

“’¿Hay para Dios alguna cosa difícil?

“También a Jeremías le dijo:

“’He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?’ (Jeremías 32:27).

“Si él lo manda seguramente que puede cumplirlo.

“Recordemos el éxodo de los hijos de Israel cruzando el Mar Rojo.

“Recordemos a Ciro desviando un río y tomando la inexpugnable ciudad de Babilonia.

“Recordemos a los lehitas llegando a la tierra prometida.

“Recordemos la guerra de Independencia, y el poder de Dios que nos dio el triunfo.

“Creo que el Señor puede hacer cualquier cosa que establezca.

“Mas no existe ninguna razón por la cual el Señor deba abrir puertas si no estamos preparados para pasar por ellas.

“Creo que tenemos hombres que podrían ayudar a los apóstoles a abrirlas, hombres de estado, competentes y dignos de confianza; pero…cuando estemos listos para ello.

“En la actualidad tenemos 18,600 misioneros. Podemos enviar más, ¡muchos más! En 1973 pasaron por la casa de misión ocho mil novecientos.

“Creo que fue John Taylor quien dijo que Dios nos haría responsables ante las personas que hubiésemos podido salvar, si no hubiéramos cumplido con nuestro deber” (Spencer W. Kimball, “When the World Will Be Converted”, págs. 5, 7. Véase también “Id por todo todo el mundo” Liahona, noviembre de 1974, pág. 3).

Al leer lo que dijo el presidente Kimball, ¿pensaban ustedes solamente en términos de los misioneros de tiempo completo y en la contribución que ellos pueden hacer? Si ustedes son jóvenes que todavía no han cumplido una misión, entonces pueden tomar directamente el desafío del presidente Kimball y aplicarlo a su vida. Pero consideren también algunas otras formas en las que pueden hacer su parte para aumentar el esfuerzo misional.

  • Jovencita, ¿eres novia de un joven que se acerca a la edad de ser misionero? ¿Le has hecho saber que deseas que vaya porque cualquier otra cosa de parte suya resultaría en un gran desengaño para ti? ¿O has pensado solamente en que temporalmente dejarás de verlo contribuyendo con ello a hacer difícil su vida”?

  • Si ya regresaste de la misión, ¿compartes tu testimonio, a menudo, con los jóvenes que te rodean hablándoles de la importancia de la obra misional y del gran valor de cumplir una misión? ¿Compartes las experiencias que tuviste y que sirven para motivar a otros a decir “Esa es la clase de experiencia que quiero en mi vida?

  • ¿Enseña una clase de la Primaria o de menores en la Escuela Dominical? ¿Tiene presente que las actitudes establecidas en los primeros años de vida influyen sobre las normas en los años posteriores? ¿Está haciendo todo lo que puede como maestra, para desarrollar el tipo de misioneros entusiastas y espiritualmente preparados tal como está pidiendo el presidente Kimball?

  • Y en cuanto a sus familias, ¿hay oportunidad de influir en un hermano menor? ¿Han orado fervientemente por un hermano mayor que está luchando para decidir si debe ir o no?

  • ¿Han tomado la determinación irrevocable de criar hijos que sean la clase de misioneros que describimos en este desafío? ¿Se han desprendido de la visión limitada del “ahora” y han pensado en las posibles contribuciones para dentro de diez o veinte años? Tal determinación significaría la sabia elección de cónyuges, matrimonio en el templo, actividad en la iglesia.

  • ¿Aprovechan sus oportunidades de influir en los que no son miembros para guiarlos hacia el conocimiento y las bendiciones que ustedes poseen? Pueden preparar buenas referencias para los misioneros. ¿Tienen presente esa posibilidad también?

  • En el bautismo ustedes hicieron un convenio solemne con el Señor. Parte de ese convenio incluía la promesa de “ser testigos de Dios a todo tiempo, y en todas las cosas, y en todo lugar en que estuvieseis, aun hasta la muerte” (Mosíah 18:9). ¿Qué significaría para ustedes el fiel cumplimiento de ese convenio?

  • Cada domingo, al participar de la Santa Cena, otra vez afirman solemnemente que dan testimonio de algo. (Véase D. C. 20:77, 79). ¿De qué cosa están dando testimonio y qué significa eso en términos de la obra misional?

Cristo expresó el mandato de ir a todo el mundo y el presidente Kimball nos ha desafiado a aceptar literalmente esa comisión y cumplirla. El lugar de ustedes en su cumplimiento puede ser de significación profunda y eterna si de todo corazón se comprometen a la obra.

“Os pregunto: cuando habiendo llevado a sus Doce Apóstoles a la cima del Monte de los Olivos el Señor les dijo: “…y me seréis testigos en Jerusalén, en toda judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” ¿qué quiso decir con ello? (Hechos 1:8). Fueron estas sus últimas palabras antes de partir hacia su morada celestial.

“¿Cuál es el significado de la expresión ‘hasta lo último de la tierra? El había recorrido ya la región que conocían los apóstoles. ¿Se trataba de la gente de judea? ¿O de la de Samaria? ¿O de los pocos millones del Cercano Oriente? ¿Hasta dónde llegaba ‘lo último de la tierra’? ¿Se refería acaso a los millones que pueblan ahora los Estados Unidos? ¿Incluía acaso a los millones de habitantes de Grecia, Italia, de los alrededores del Mediterráneo, de Europa Central? ¿O a todas las personas que entonces poblaban el mundo y a todos los espíritus que vendrían a la tierra en los siglos futuros? ¿Será que no hemos concedido suficiente importancia a aquellas palabras ni a su significado? ¿Cómo podemos sentirnos satisfechos con cien mil conversos, habiendo más de cuatro mil millones de individuos que viven en el mundo y que necesitan el evangelio?” (Spencer W. Kimball “Id por todo el mundo”, Liahona, noviembre de 1974, pág. 2).