Liahona
El gozo duradero se encuentra al elegir vivir el evangelio de Jesucristo
Febrero de 2024


Voces de los miembros

El gozo duradero se encuentra al elegir vivir el Evangelio de Jesucristo

Perder a mi madre cuando tenía diez años fue el momento más difícil de mi vida. Mi dolor era profundo y abrumador. Mi vida se volvió confusa y no podía concentrarme en la escuela. Peor aún, mi padre tampoco estaba presente. Estaba completamente sola. No tenía perspectiva y no sabía cómo seguir adelante con mi vida. No estaba preparada para afrontar la pena y el dolor de vivir sin mi madre. Tuve que aprender a hacer todo por mi cuenta y sobre todo tuve que aprender a defenderme de las malas influencias que me rodeaban.

Hoy, recordando esos tiempos, sé que nunca estuve sola. Siempre tuve a mi Padre Celestial a mi lado. Cuando era niña, asistí a una escuela católica exclusivamente para niñas y las monjas fueron de gran ayuda para mí, guiándome para saber cómo tomar buenas decisiones. Me enseñaron a amar a Dios, a creer en Él y, sobre todo, a confiar en Él.

Siempre estaré agradecida a esas dulces monjas por su cariñosa y amable guía cuando estaba tan perdida. A medida que crecí y me gradué de la escuela, hice lo mejor que pude por mi cuenta, pero siempre tuve la sensación de que me faltaba algo. Un día, un amigo, que luego se convirtió en mi esposo, envió dos misioneros a visitar mi casa. Este fue el punto de inflexión de mi vida.

Los misioneros me enseñaron sobre el Evangelio restaurado y el Plan de Salvación. Me enseñaron una verdad completa y aprendí a conocer a mi Salvador, incluso mejor que antes. Llegué a comprender mi propósito en la tierra.

Gracias a este conocimiento sobre Jesucristo y Su Evangelio, comencé a ver la vida desde un ángulo diferente y supe que un día mi mamá y yo estaremos unidas nuevamente para siempre. Nada podría compararse con la alegría que sentí después de conocer esta gran verdad.

En nuestra búsqueda del gozo y la felicidad, debemos recordar que el Salvador es nuestra fuente de gozo duradero. Al desarrollar fe en Él, nos acercaremos a nuestro Padre Celestial y así sentiremos paz y gozo. En la Última Cena, Jesús preparó a sus discípulos para las pruebas venideras. Después de enseñarles, les dejó una promesa. Él dijo: “Estas cosas os he hablado […] y vuestro gozo sea completo”1. Nuestra comprensión del Evangelio y su papel en nuestra vida nos ayuda a sentir ese gozo.

Una lección poderosa que enseñó el profeta Lehi es que: “Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo”2. El hecho de que vinimos a la tierra para tener gozo no significa que no tendremos dificultades y momentos difíciles durante nuestro viaje en la tierra. Tendremos nuestros desafíos. Sin embargo, cuando confiamos en nuestro Señor Jesucristo, todo estará bien.

El presidente Russell M. Nelson enseñó: “El gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida, y tiene todo que ver con el enfoque de nuestra vida.

“Si centramos nuestra vida en el Plan de Salvación de Dios, […] y en Jesucristo y Su Evangelio, podemos sentir gozo independientemente de lo que esté sucediendo —o no esté sucediendo— en nuestra vida. El gozo proviene de Él, y gracias a Él. Él es la fuente de todo gozo”3.

Desarrollar la fe en el Señor Jesucristo puede ser un desafío, porque tener fe en el Salvador es más que simplemente creer en el Salvador; requiere que actuemos como Sus discípulos. Cuando demostramos fe, nuestro nivel de gozo aumenta.

Una de las mejores maneras que conozco de demostrar fe es sirviendo a los demás. La fe es un principio de acción y de poder. Al servir a otras personas, me siento más cerca del Señor y esto aumenta mi gozo.

Desde mi bautismo he podido servir en la Iglesia. Mi primera oportunidad fue como maestra visitante. Me encantaba ser maestra visitante y servir con Myrlande Jolibois. Como compañera, ella me enseñó cómo cuidar de las hermanas y cómo llevar alegría a aquellos a quienes se nos invitaba a enseñar. Caminamos por todas partes y visitamos felices a todas nuestras hermanas. Su servicio me preparó para recibir mi primer llamamiento tres meses después de mi bautismo. Me llamaron para ser presidenta de la Sociedad de Socorro y seguí sirviendo a las hermanas de mi barrio.

El élder D. Todd Christofferson enseñó: “El gozo proviene de guardar los mandamientos de Cristo, de sobreponerse al pesar y la debilidad por medio de Él y de prestar servicio como lo hizo Él”4.

Servir a los demás genera un espíritu de alegría que no es fácil describir. El profeta Alma trató de explicar ese gozo cuando dijo: “Y esta es mi gloria, que quizá sea un instrumento en las manos de Dios para conducir a algún alma al arrepentimiento; y este es mi gozo. […]Y cuando pienso en el éxito de estos mis hermanos, se transporta mi alma como si fuera a separarse del cuerpo, tan grande es mi gozo”5.

Al igual que Alma, yo también siento ese gozo por el servicio. Me siento llena de alegría cuando ayudo a las familias a ir al templo por primera vez. Siento gozo cuando veo que las hermanas comprenden las ordenanzas del templo al escucharlas, finalmente, en su propio idioma. Siento alegría cuando veo muchas familias en Haití selladas por el tiempo y por toda la eternidad. Me lleno de gozo cuando veo fuertes poseedores del sacerdocio y madres fieles criando a sus hijos en unidad y amor. Veo su alegría y eso me ayuda a sentir aún más la presencia de mi Padre Celestial y Su plan eterno.

Cuando guardamos los mandamientos y permanecemos en la senda de los convenios, nos volvemos más poderosos espiritualmente, tenemos tranquilidad y sentimos verdadera felicidad. Estoy muy agradecida por el Evangelio restaurado de Jesucristo. Sé que el gozo duradero es un regalo y una bendición reservados para cada hijo e hija de nuestro Padre Celestial que se esfuerza por permanecer fiel, a pesar de las luchas, el dolor y los desafíos de la vida. En el nombre de Jesucristo. Amén.

Notas

  1. Juan 15:11.

  2. 2 Nefi 2:25.

  3. Presidente Russell M. Nelson, “El gozo y la supervivencia espiritual”, Liahona, noviembre de 2016.

  4. Élder D. Todd Christofferson, “El gozo de los santos”, Liahona, noviembre de 2019.

  5. Alma 29:9, 16.