Liahona
Una bendición de salud curó mi cáncer
Febrero de 2024


Voces de los miembros

Una bendición de salud curó mi cáncer

Marisol Pedraza Espinosa, ahora hermana Pedraza, tenía veintiséis años cuando recibió un diagnóstico de cáncer de ovario que le cambió la vida. Una joven de Tizayuca, Hidalgo, México, soñaba con completar una maestría en Administración de Empresas Turísticas y comenzar su propia agencia de viajes. Sin embargo, sus aspiraciones quedaron en suspenso cuando experimentó un dolor severo en el ovario derecho, lo que la llevó a una consulta médica que reveló un tumor de 15 cm que requería extirpación inmediata.

Después de someterse a varias pruebas y cirugías para extirpar el tumor, pensó que lo peor había pasado. Lamentablemente, no fue así. “Veinte días después de la cirugía, cuando recibí los resultados de la patología, el médico me informó que el tumor era maligno, un cáncer de alto grado y que solo me quedaba un año de vida”, dice con lágrimas en los ojos.

Un laberinto sin salida

El sombrío pronóstico envió a la hermana Pedraza a buscar una segunda opinión en varios hospitales, solo para recibir noticias aún peores. “Me dijeron que, durante la extirpación del tumor, hubo un problema y el cáncer había hecho metástasis. Tuvieron que realizar otra cirugía para extirparme el ovario derecho y el útero, así que me sometí a muchas pruebas adicionales antes de la nueva cirugía”.

Confundida, devastada y aterrorizada por esta nueva realidad, la hermana Pedraza estaba a punto de perder la esperanza. “Pensé: ¿Por qué yo? Nadie en mi familia ha tenido cáncer. ¡Soy demasiado joven para morir y ya no podré tener hijos!”.

Durante ese momento difícil, el apoyo inquebrantable de su familia se convirtió en su refugio. “Mi madre me acompañó a todas mis citas médicas, y mis hermanos y mi padre me cuidaban”.

La vida después del cáncer

En medio de su lucha, la vida de la hermana Pedraza dio un giro inesperado cuando conoció a Keyth Suderio, un exmisionero. Keyth le enseñó que, por medio del sacerdocio en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, podía recibir una bendición de salud. Aunque no tenía del todo claro lo que le estaban ofreciendo, estaba dispuesta a intentar cualquier cosa para recuperar su salud.

“Sidney Suderio, el padre de Keyth, me dio la bendición; su esposa, Rosangela Ribeiro, su hija y Keyth Suderio estaban allí. Me senté en medio de la habitación, él puso sus manos sobre mi cabeza y sentí mucha paz. Mientras escuchaba cada palabra que salía de su boca me sentí esperanzada de que todo iba a estar bien”, dice ella.

Unos días más tarde, mientras se preparaba para su próxima cirugía, la oncóloga ginecológica le dio una noticia sorprendente: sus exámenes médicos no habían mostrado signos de cáncer en su cuerpo. Reconfortada por las buenas noticias, la hermana Pedraza lloró de gratitud cuando vio el milagro que estaba sucediendo en su vida.

Han pasado dos años desde que la hermana Pedraza ha estado libre de cáncer. Ver la mano de Dios en su vida la hizo interesarse en aprender acerca de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y se unió a ella hace un año y seis meses. “Quería agradecer a Dios por una nueva vida y decidí acercarme a Él y servirle”, dice con gran emoción.

Una misión en la República Dominicana

“No estaba en mis planes convertirme en misionera; sin embargo, sentí una fuerte impresión de dejar todo atrás y salir e invitar a la gente a venir a Cristo, hacerles saber que nuestro Padre Celestial nos ama a todos y compartir mi testimonio de que los milagros no han cesado. Quiero ayudar a las personas a fortalecer su fe y a recordarles que tenemos un amoroso Padre Celestial que quiere lo mejor para nosotros”.

Así es como llegó a servir en la Misión Santo Domingo Oeste de la República Dominicana.

“Sé que Jesucristo vive, sé que Él me sanó; y sé, sin ninguna duda, que por medio de la bendición de salud que recibí por el poder del sacerdocio, el cáncer desapareció. Sé que mi Padre Celestial me ama y me dio una nueva oportunidad de vivir”, concluye, con un brillo en sus ojos y fuerza en sus palabras.

Objetivos después de la misión:

Al completar su misión, la hermana Pedraza desea continuar sirviendo a Dios, tener una familia dentro del Evangelio, completar su maestría y comenzar su propio negocio.