2023
El servicio, una expresión de nuestro amor por Dios
Diciembre de 2023


Mensaje del Área

El servicio: una expresión de nuestro amor por Dios

Este sentimiento lo experimenté a temprana edad en mi propio hogar. Vengo de una familia numerosa de diez hermanos, siendo yo el menor de todos. Vivíamos en un pueblo al norte de la República Dominicana y en nuestra familia los recursos no eran abundantes, no obstante, guiados por una madre amorosa de una gran fe en nuestro Señor Jesucristo siempre había suficiente para nuestras necesidades y de una manera milagrosa también había para dar a los demás.

En mi mente está la imagen de mi niñez de que las personas llegaban a mi hogar de manera improvisada, pero mi madre siempre tenía algo para ofrecer: “Doña Negra”, así le decían todos. Tenía el amor de Dios en su corazón y eso era suficiente para bendecir a todos los que la rodeaban.

Al pensar en ello, recuerdo las palabras del profeta José Smith que dijo: “Un hombre lleno del amor de Dios no se conforma con bendecir solamente a su familia, sino que va por todo el mundo anheloso de bendecir a toda la raza humana”. Esa fue la actitud que vi en mi amada madre.

A la edad de quince años, luego de la muerte de mi padre, uno de mis hermanos, Toribio Castaños, me llevó a vivir a su casa y me acogió como un hijo. En esa época él ya tenía varios años como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Él se ocupó de que yo fuera a la Iglesia y recibiera las enseñanzas salvadoras a través de los misioneros. Este ha sido el servicio más grande y significativo que he recibido en esta vida, amo a mi hermano Toribio y le estaré eternamente agradecido por poner todo su empeño en que yo abrazara el Evangelio de Jesucristo y de esa manera cambiar el curso de mi vida.

Al expresarme en primera persona, solo quiero transmitir que gracias al amor de nuestro Padre Celestial y de Su hijo Jesucristo, todos de alguna manera hemos sido bendecidos por el servicio de los demás y todos podemos bendecir a alguien, mostrando interés y amor hacia sus necesidades, sabiendo que en la mayoría de las ocasiones esto va a implicar algún tipo de sacrificio de nuestra parte.

Al ministrar entre los hombres, la vida de Jesús es como un brillante reflector de bondad. “Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27), declaró Jesús al restaurar vigor a las extremidades de los lisiados, vista a los ojos de los ciegos, oído a los sordos y vida a los muertos.

Por medio de la parábola del buen samaritano, el Maestro nos enseñó a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Mediante Su respuesta al joven gobernante rico, Él nos enseñó a despojarnos del egoísmo. Al alimentar a los cinco mil, nos enseñó a atender a las necesidades de los demás. Y mediante el Sermón del Monte, nos enseñó a buscar primeramente el Reino de Dios.

En el Nuevo Mundo, el Señor resucitado declaró: “… sabéis las cosas que debéis hacer en mi iglesia; pues las obras que me habéis visto hacer, esas también las haréis; porque aquello que me habéis visto hacer, eso haréis vosotros” (3 Nefi 27:21).

Antes de su ascensión al cielo, el Salvador le enfatizó a Simón Pedro quién quedaría a la cabeza de Su Iglesia. “Y cuando hubieron comido, Jesús le dijo a Simón Pedro: Simón hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos” (Juan 21:15). El Salvador le repitió dos veces más. La respuesta de Pedro la última vez fue: “Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas” (Juan 21:17).

Es mi oración que cuando nos toque estar frente al Salvador Jesucristo podamos responder como Pedro: Señor, Tú lo sabes todo, Tú has visto como me he esmerado por servir a mi familia en mi hogar. Me he esforzado por manifestarles Tu amor, pero no solo eso, Tú sabes que me he dedicado a apacentar a Tus ovejas a través de las muchas oportunidades de servicio que he recibido de manera formal en Tu Iglesia. Señor, Tú eres testigo de qué he ministrado con amor y dedicación a las personas que me han sido asignadas y aún más a las que están a mi alrededor: compañeros de trabajos, compañeros de estudios, vecinos, etc., siempre los he tratado con amor y me he esforzado por servirlos.

Mis amados hermanos, cuán bendecidos somos por estas oportunidades de servir a los demás. Agradezco cada una de ellas, sobre todo el haber servido en una misión de tiempo completo. Gracias a esa oportunidad conocí mejor a mi Salvador Jesucristo y he desarrollado un mayor amor por Su Evangelio. A través del servicio, he experimentado el gran amor que el Padre Celestial y el Salvador Jesucristo tienen por nosotros. Testifico de este gran amor que tiene nuestro Padre por Sus hijos. Jesucristo es el ejemplo perfecto del servicio, Él vive y nos ama, dio Su vida por nosotros y nos pide que nos amemos los unos a los otros. Testifico que Él tiene un portavoz en la tierra, a saber, el presidente Russell M. Nelson, quien es un ejemplo continuo de amor y servicio.