2023
Una época para la caridad
Diciembre de 2023


Voces de los miembros

Una época para la caridad

Por lo general, durante esta época de Navidad, en Uruguay hace mucho calor y el clima es húmedo, por lo tanto, el calor se siente más intensamente. Recuerdo que de niña, en esos días previos a las fiestas, dentro de mi casa hacía mucho más calor aun, porque pasábamos varias horas con el horno encendido. Mamá había creado una tradición familiar: preparaba pancitos dulces caseros para regalar a los vecinos, sobre todo a los más necesitados, junto con una tarjeta de Navidad.

Hoy en día, las tarjetas de Navidad, en su mayoría, se envían virtualmente, pero pocos años atrás las hacíamos como manualidades o las comprábamos, se podía encontrar una gran variedad de formas, tamaños e imágenes navideñas y las escribíamos con nuestro puño y letra, cada tarjeta era personalizada y la poníamos en sobres mientras se cocinaban los pancitos en el horno. No había ventilador que lograra aliviar el calor que pasábamos, pero aun así nos sentíamos entusiasmados por entregar aquellos dulces regalos.

No puedo describir la alegría, la satisfacción y la emoción que nos daba a mí y a mis hermanos el salir a repartir esos pancitos con las tarjetas. Algunos vecinos se sorprendían y todos agradecían, yo podía sentir cómo el amor de Dios llegaba a ellos y a nosotros por medio de un acto tan simple y sincero. ¿O no se siente mayor amor por los demás y por Dios cuando se ayuda a otros a ser felices? ¡Y sobre todo en Navidad!

Es en esta hermosa época navideña cuando casi todo el mundo se vuelve a Jesucristo, para recordarlo, seguirlo o adorarlo, donde tenemos la oportunidad de servir como Él lo hizo, con bondad, humildad, misericordia, compasión, perdón, empatía, etc. En definitiva, sirviendo con caridad.

¿Y qué significa caridad? El apóstol Pablo la describió de esta manera:

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo caridad, vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo caridad, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo caridad, de nada me sirve. La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no se jacta, no se envanece; no se comporta indebidamente, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se regocija en la maldad, sino que se regocija en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca deja de ser”1.

El Salvador enseñó este principio con Su ejemplo, buscando a los necesitados y ayudando sin importarle si tenían lepra, si eran pecadores, extranjeros, si eran hombres o mujeres, niños, jóvenes o ancianos. Sin importar sus creencias, Él servía a todos. El propósito mismo de Su misión en la tierra fue el servicio con amor puro.

Nosotros podemos ser Sus manos aquí en la tierra. ¿Cómo podemos aprovechar los medios que tenemos para servir a los demás? ¿Qué experiencias estamos creando en la vida de nuestros hijos para que sea natural en ellos “ver” y ser sensibles a las circunstancias ajenas?

El presidente Thomas S. Monson enseñó:

“Por lo general, nuestro amor se manifestará en nuestras interacciones cotidianas mutuas. La más importante será la capacidad que tengamos para reconocer la necesidad de una persona y luego hacer algo al respecto. Siempre he atesorado el sentimiento que se expresa en este corto poema:

Muchas veces he llorado,
por la falta de visión,
de no ver la necesidad de otros;
pero jamás he sentido
un dejo de tristeza
por mostrar demasiada bondad”2.

“La bondad es la esencia de la vida celestial, es el modo en que una persona que se asemeja a Cristo trata a los demás. La bondad debe estar presente en todas nuestras palabras y obras, en la escuela, en el trabajo, la Iglesia y, especialmente, en el hogar. Jesús, nuestro Salvador, fue la personificación de la bondad y de la compasión”…

“Hermanos, examinemos nuestras vidas y tomemos la determinación de seguir el ejemplo del Salvador de ser bondadosos, cariñosos y caritativos; y al hacerlo, estaremos en una mejor posición de suplicar que los poderes del cielo desciendan sobre nosotros, sobre nuestras familias y sobre nuestros compañeros de viaje en este, a veces, difícil trayecto de vuelta a nuestro hogar celestial”3.

Notas

  1. 1 Corintios 13:1–8.

  2. Presidente Thomas S. Monson, “El amor: La esencia del Evangelio”, Liahona, mayo de 2014.

  3. Presidente Thomas S. Monson, “Bondad, caridad y amor”, Liahona, abril de 2017.