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CAPITULO 15: ‘YO SOY LA LUZ DEL MUNDO’


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“YO SOY LA LUZ DEL MUNDO”

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EL ULTIMO MINISTERIO JUDIO

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

Galilea

Se le insta a Jesucristo a que vaya a la Fiesta de los Tabernáculos

7:2–9

Jesús emprende la marcha hacia Jerusalén

9:51–56

7:10

Jerusalén, Judea, Tisri/octubre

Predicación durante la Fiesta de los Tabernáculos

7:11–53

La mujer hallada en adulterio

8:1–11

Cristo testifica de sí mismo

8:12–30

Discurso a los judíos

8:31–59

Sana al hombre que nació ciego

9:1–41

Parábola del buen pastor

10:1–21

COMENTARIO INTERPRETATIVO

(15-1) Juan 7:2 ¿Qué era “la fiesta…de los tabernáculos”?

“…a los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días” (Lev. 23:34). La fiesta de los Tabernáculos era un tiempo para regocijarse y expresar gratitud al Señor por la rica cosecha de las tierras fértiles de Palestina. Los campos y los viñedos a menudo estaban a cierta distancia de los pueblos israelitas, de manera que la gente construía viviendas provisionales para la época de la cosecha y para la celebración que duraba una semana. Estas moradas eran decoradas con frutas y guirnaldas las cuales representaban la abundante cosecha que habían recibido del Señor. También servían para que los ocupantes recordasen los cuarenta años que sus antepasados pasaron en el desierto, abrigados en tiendas portátiles de cualquier material que tenían a mano. Los judíos nunca iban a olvidar que Dios redimió a su pueblo del cautiverio y la esclavitud.

Los sacrificios especiales de carneros, corderos y bueyes, eran ofrecidos diariamente. La gente también participaba en una ceremonia en la que hacía ondular ramas de palmeras, mirtos, sauces y cítricos, de arriba a abajo hacia los puntos cardinales, simbolizando así la presencia de Dios en todo el universo.

El octavo día, la Fiesta de la Conclusión, era una festividad de asamblea solemne: un día de oración pidiendo lluvia, y un día celebrado en memoria de los difuntos. (Véase Exodo 23:16, 17; Levítico 23:39-43; Números 29:12-38; Deuteronomio 16:13-15; 31:10-13.)

(15-2) Juan 7:16-17. ¿Qué prueba estableció Jesucristo para conocer la veracidad de su doctrina?

“Al estudiar la historia tal como nos la dan hombres que tuvieron asociación diaria con el Señor, encontramos que en una ocasión algunos hombres que estaban escuchándolo gritaron en contra de El. Ellos se oponían a sus obras, como los hombres se oponen hoy en día. y una voz gritó y dijo en efecto: ¿Cómo sabremos que lo que nos dices es verdad? ¿Cómo sabremos que tu reclamo de ser el Hijo de Dios es verdad? Y el Salvavador le respondió en una forma sencilla (y notad que ésta es la prueba): ‘El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta’ (Juan 7:17; Itálicas agregadas).

“Esa prueba es la más lógica. Es sumamente filosófica; es la prueba más sencilla para dar conocimiento al individuo, la más sencilla que la mente humana puede concebir. Hacer una cosa, introduciéndola en el propio ser, convencerá a uno si es bueno o si es malo. Tal vez vosotros no me podáis convencer de lo que sabéis, pero vosotros lo sabéis porque lo habéis vivido. Esa es la prueba que el Salvador dio a aquellos hombres cuando ellos le preguntaron cómo podrían saber si la doctrina era de Dios, o si era del hombre” (David O. McKay, CR, octubre de 1966, pág. 136).

(15-3) Juan 8:1-11. La mujer tomada en adulterio

“¿Perdonó el Señor a la mujer? ¿Podía El perdonarla? No parece haber evidencia alguna de tal perdón. lo que le mandó fue: “Vete, y no peques más”. Estaba instruyendo a la mujer pecadora que fuera, abandonara su mala vida, no pecara más y transformara su vida. Estaba diciendo: Ve, mujer, y comienza tu arrepentimiento; y le estaba indicando el paso inicial, a saber, que abandonara sus transgresiones“ (Kimball, El Milagro del Perdón, pág. 163).

(15-4) Juan 8:31, 32. “La verdad os hará libres”

El élder Bruce R. McConkie ha interpretado la expresión mencionada como una expresión de que “seremos libres del poder condenatorio de la doctrina falsa; libres de la esclavitud del apetito y la lujuria; libres de las cadenas del pecado; de toda influencia mala y corrupta y de toda restricción y de todo poder inhibitorio; libres para alcanzar la libertad absoluta, la cual sólo los seres glorificados gozan en su plenitud” (DNTC, 1:456-57).

(15-5) Juan 8:56-59. ¿Qué quiso decir Jesucristo al expresar “Antes que Abraham fuese, yo soy”

“Esta es una afirmación clara y directa como afirmación de divinidad, tal como nadie más ha podido ni podrá hacer. ‘Antes que Abraham fuese, yo soy’. Esto es, ‘Yo soy Dios Todopoderoso, el Gran Yo Soy. Yo soy el que existe por sí mismo, el Eterno. Yo soy el Dios de tus padres. Mi nombre es: YO SOY El QUE SOY’.

El Señor Jehová se le apareció a Moisés, se identificó como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob y dijo: ‘YO SOY El QUE SOY…Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros…Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos’ (Exodo 3:1-15).

“De una manifestación posterior, la Biblia en inglés, versión de los traductores del rey Jacobo, pone estas palabras en boca de Dios: ‘Yo soy el Señor. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Onmipotente, mas en mi nombre JEHOVA no me di a conocer a ellos’. (Exodo 6:2, 3). Mediante la revelación de los últimos días sabemos que una de las grandes declaraciones de nuestro Señor a Abraham fue: ‘yo soy el Señor tu Dios…Jehová es mi nombre’ (Abraham 2:7-8) y en conformidad encontramos el relato de la Versión Inspirada que dice: ‘Yo aparecí a Abraham, Isaac, y a Jacob. Yo soy el Dios Omnipotente; el Señor JEHOVA. ¿Y no era mi nombre conocido por ellos?’ (Versión Inspirada, Exodo 6:3; traducción no oficial).

“Que los judíos entendieron la declaración de Cristo, dicha con toda claridad, en cuanto a su condición de Mesías, es evidente en su intento de apedrearlo, siendo la muerte a pedradas la pena por blasfemia, un crimen del cual nuestro Señor habría sido culpable si no hubiera sido cierta su aseveración en cuanto a su divinidad. Pero El, ejerciendo evidentemente los poderes divinos, pasó entre ellos sin ser visto” (McConkie, DNTC, 1:464).

(15-6) Juan 10:1-15. El simbolismo del “buen pastor”

“Los pastores en Palestina vivían una vida solitaria y eran reconocidos por la fidelidad y protección que dispensaban a sus rebaños. Al caer la noche las ovejas eran llevadas a un abrigo llamado redil, el cual tenía paredes altas para evitar que nada ni nadie entrase. En la parte superior de los muros se colocaban espinos para impedir que los lobos saltasen hacia adentro. La única manera que había para entrar era por la puerta. (Juan 10:1).

“A menudo varios rebaños eran llevados a un redil y un pastor, llamado portero, montaba guardia en la puerta durante la noche mientras los otros iban a sus casas a descansar. Cuando regresaban a la mañana siguiente, el guardian los identificaba y les permitía entrar; una vez adentro cada uno llamaba a su rebaño y lo conducía a las pasturas. (Juan 10:2-3). El pastor proveía el alimento para su rebaño.

“El pastor iba delante de las ovejas y las dirigía. las ovejas conocían al pastor y confiaban en él y no seguían a ningún extraño. (Juan 10:4-5). Generalmente él daba nombre a cada una de las ovejas y cada una conocía su propio nombre y se acercaba cuando él la llamaba. Si un extraño era el que llamaba, la oveja se mostraba nerviosa y sorprendida y no obedecía la voz del extraño, pues todas conocían la voz de su amo. (Juan 10:3-4, 27).

“El verdadero pastor, el propietario de las ovejas, se sentía inclinado a dar la vida por sus ovejas si ello fuera necesario. A veces un leopardo o pantera, movido por el hambre, saltaba por sobre el muro del redil y se ponía en medio de las ovejas aterrorizadas. Era entonces momento de probar nervio y corazón del pastor. Un asalariado, uno que no fuese propietario de las ovejas, en tales crisis podía huir del peligro y rehusar cumplir con los deberes de pastor. (Juan 10:11-13). Ya que nadie lo veía, el asalariado podía considerar que su vida era más importante que las ovejas. Los asalariados, se sabía a veces, vendían ovejas y se guardaban el dinero y denunciaban la desaparición diciendo que los lobos habían venido y destruido al animal. Cuando esto se aplica al evangelio, se ve lo que un ‘asalariado’ podría hacer con el cuidado de almas humanas. Pero la principal preocupación del verdadero pastor era el bienestar de las ovejas. (Juan 21:15-17.)

“Aun la ropa del pastor estaba hecha para ayudarlo en el cuidado de las ovejas. El manto del pastor generalmente tenía un gran bolsillo por el lado interior, adaptado para llevar allí a algún cordero debilitado o herido. Isaías se refirió a este bolsillo cuando le adjudicó a Cristo la función de pastor. (Isaías 40:10-11.)

“El estado de Jesucristo como el Buen Pastor es completo en todo detalle. El es la puerta del redil, por la cual debemos entrar. No hay otra. (Juan 10:9.) El no es un asalariado sino que es un verdadero pastor de almas humanas y nosotros no nos pertenecemos (1 Cor. 6:19-20) sino que El nos ha comprado con su preciosa sangre. (1 Cor. 7:23; 1 Pedro 1:18-19; 2 Pedro 2:1-3; Hechos 20:28). El pastor provee la pastura con la que se alimentan las ovejas. Jesucristo nos ha dado su palabra. Se nos advierte contra las doctrinas de los hombres. Solamente la ‘pastura’ que provee el Señor es alimento adecuado para sus ovejas y ningún hombre puede ser salvo en la ignorancia de su palabra o sin sus revelaciones. Las verdaderas ovejas conocen su voz. El verdadero Pastor conoce y es dueño de sus ovejas y las llama. Así es que nosotros tomamos el nombre de Cristo, pues somos de E:; somos sus ovejas; y, si tenemos su nombre, podemos entrar por la puerta” (Matthews, The Parables of Jesus, págs. 75-76).

A la luz de lo que acaban de aprender en cuanto al papel de un “buen pastor”, ¿qué diferencia existe para ustedes al saber que el Salvador conoce sus nombres, que ustedes están entre aquellos reconocidos como sus ovejas? En una hoja de papel respondan a esta pregunta: ¿Qué significan para mí estas palabras del Salvador: “Mis ovejas conocen mi voz”? (Véase Mosíah 6:10-13).

(15-7) Juan 10:17, 18. (Véase también Juan 5:26, 27) ¿Por qué ningún hombre pudo quitarle la vida a Jesucristo?

“Cristo no tenía un padre en la carne, es decir uno que fuera mortal y sujeto a la muerte. Nuestro Padre Eterno a quien nosotros oramos, es el Padre del cuerpo de Jesucristo y de su Padre El heredó la vida y la muerte siempre estuvo sujeta a El. El tenía poder para poner su vida, porque era el Hijo de María y ella era como somos nosotros: mortal; y El tenía el poder de volver a tomar la vida pues ese poder estaba en El. En sus enseñanzas a los judíos y a sus discípulos frecuentemente les dijo de este poder y de su misión” (Smith, Answers to Gospel Questions, 1:33).

PUNTOS A CONSIDERAR

(15-8) “Yo soy la luz del mundo”

La celebración conocida como Fiesta de los Tabernáculos se hacía notar por un brillante despliegue de luz que emanaba de los grandes candeleros colocados dentro de la estructura del templo. Jesucristo aparentemente aprovechó la situación para declarar: “Yo soy la luz del mundo”.

“Sus oyentes bien sabían que su Mesías aparecería como una luz para todos los hombres; esto es, ellos sabían que él como la misma fuente de luz y verdad, sería como una luz, un ejemplo, un dispensador de verdad; ellos sabían que esta sería la misión para marcar el curso e iluminar el camino que todos los hombres deberían recorrer. (3 Nefi 15:9; 18:16, 24.) Las profecías mesiánicas dadas a sus padres prometían que él sería ‘luz de las naciones’ (Isaías 49:6), una luz que atravesaría las tinieblas del error y de la incredulidad. (Isaías 60:1-3). La aplicación hecha por Jesucristo de estas profecías a su propia vida, era una clara proclamación de su propia calidad de Mesías y así fue entendido por sus escuchas” (McConkie, DNTC, 1:452-53).

La mujer hallada en adulterio

(Juan 8:3-12)

De acuerdo con la ley de Moisés, la pena física a aplicarse por el adulterio era la muerte. ¿Cuál era (y es) la pena espiritual por ese pecado? ¿En qué forma salvó el Salvador la vida de la mujer pecadora? ¿En qué forma llegó El a ser una luz para ella? ¿Y para los que la acusaban? ¿En qué forma puede llegar a ser El una luz para otros que son culpables de pecado?

Curación del hombre que nació ciego

(Juan 9:1-41)

El verdadero problema que molestaba a los fariseos no era el hecho de si era propio que Jesucristo sanase en día de reposo. No les importaba si El podía o no ser el verdadero Mesías. Los fariseos sentían que su verdadera existencia como intérpretes de la ley de Moisés estaba amenazada. Demandaban que cada judío sujetase su vida a un duro conjunto de reglas, rituales y leyes, cuya violación lo hacia impuro, por lo tanto, inaceptable ante Dios.

En contraste, Cristo enseñó que las leyes de Dios estaban basadas en el amor; que la obediencia acarreaba libertad, felicidad y cumplimiento. La esencia de las enseñanzas de Cristo arrojaba la luz de verdad sobre aquellas filosofías que significaban una carga y que mantenían a los hombres en las tinieblas de la incredulidad, ignorancia y pecado. Véase Juan 9:39. El Salvador claramente bosquejó la senda por la cual los hombres podían alcanzar salvación y ofreció una posibilidad de elección: permanecer como uno es o transformar su vida y seguirlo. Es como si El hubiera querido decir esto:

“He venido al mundo para sentarme en juicio sobre todos los hombres, para dividirlos en dos según su aceptación o rechazo de mi palabra. Aquellos que están espiritualmente ciegos pueden abrir sus ojos mediante la obediencia a mi evangelio y verán las cosas del Espíritu. Aquellos que piensan que pueden ver dentro de los límites de lo espiritual, pero que no me aceptan ni aceptan mi evangelio, permanecerán en obscuridad y se volverán ciegos para las verdaderas realidades espirituales” (McConkie, DNTC, 1:482.)

¿Cómo es que un hombre que había nacido ciego llegó a ver con claridad eterna aquello que eclipsaba la vista de los que profesaban tener plena visión de la ley? Hay algunos puntos de vista poderosos y profundos en este relato, los que pueden ayudarlos a vencer la ceguera espiritual. Lean de nuevo algunos de los versículos en Juan 9, los que pueden explicar cómo un individuo puede llegar a ver las cosas de Dios. ¿Cuántas veces tuvo que “dar testimonio” el hombre en cuanto a lo que había sucedido? Noten los versículos 11, 15, 17 y 25. ¿Pueden ver, cuando él expresa su testimonio, cómo se va desarrollando la visión espiritual? Inicialmente él solamente relata lo que sucedió, pero cuando termina de hacerlo está decidido a ser un discípulo de Cristo. Noten los versículos 26 y 27. Ahora consideren el poder de su testimonio final. Lean los versículos 31-33.

¿Qué le costó al hombre aquél discipulado? Noten el versículo 34. ¿Estaba deseoso de pagar el precio? Ahora consideren el resultado. Estudien con atención el versículo 35. ¿Quién vino buscando a quién? ¿Por qué?

¿Cómo se sentirían si supiesen que el Salvador les estuviera buscando a ustedes; que El, por causa de la fe de ustedes aun bajo juicio, sentía amor por ustedes? El los está buscando, como ustedes saben. ¿Tienen ojos para ver?

Cristo puede ser una luz en la vida de ustedes

Acaban de leer en cuanto a dos personas cuyas vidas fueron transformadas por la luz de Cristo. El Salvador puede fortalecer e iluminar la vida de ustedes también. El ha explicado cómo se puede lograr esto. En el Sermón del Monte, el Señor enseñó que podemos gozar de su luz si tenemos la mente puesta en desear servirlo y obedecer sus mandamientos. (Véase Mateo 6:22, 23). Estar así, con ese deseo en la mente, significa que los intereses y placeres del mundo no son tan importantes como nuestros deseos de fortalecer el reino del Señor. Significa que debemos estar deseosos de dejar de lado nuestros propios intereses, cuando sea necesario, para cuidar de las necesidades de los demás. Significa que no nos avergonzamos del evangelio de Jesucristo; que nuestro mismo ser puede irradiar y reflejar su mensaje de verdad, amor y paz. “En verdad, en verdad os digo, os mando que seáis la luz del mundo…” (Mateo 5:16, Versión Inspirada, traducción no oficial). “He aquí, yo soy la luz que debéis sostener en alto: aquello que me habéis visto hacer” (3 Nefi 18:24). “Por lo tanto, dejad que vuestra luz alumbre de tal forma ante este mundo, que ellos puedan ver vuestras otras buenas y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:18, Versión Inspirada).

(15-9) La luz de verdad es la luz de Cristo

El profeta José Smith recibió una profunda revelación en la cual tuvo algunas de las verdades más potentes jamás reveladas concernientes a la naturaleza y misión de Jesucristo como la luz del mundo.

Lean D. y C. 88:6-13.

Difícilmente uno puede comenzar a comprender la profundidad y amplitud de la majestuosa misión de nuestro Señor y Salvador a la tierra y sus habitantes. Pero podemos estar seguros del hecho siguiente:

“Cristo es la luz de la humanidad. En esa luz el hombre ve claramente su senda. Cuando es rechazado, el alma del hombre tropieza en tinieblas. Ningún hombre, ningún grupo, ninguna nación puede alcanzar el verdadero éxito sin seguir a Aquel que dijo:

“’Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’ (Juan 8:12)” (David O. McKay, CR, abril de 1940, pág. 115).